Telepizza por la paz mundial

Telepizza consigue que surja la paz entre colectivos y grupos sociales eternamente enfrentados como un adolescente con su madre, un director de personal y un enlace sindical, un futbolista díscolo con su entrenador o un limpiador de fachadas y un "artista urbano".

Ya no es necesario recurrir a la violencia para decidir los ingredientes de una pizza. Telepizza (valga la redundancia) acaba de lanzar su menú individual, un hecho que podría parecer anecdótico pero que, según demuestra su campaña, ha conseguido que parejas en principio irreconciliables se lleven a las mil maravillas.

Los responsables de la hazaña han sido César García, creativo de Sra. Rushmore y el realizador Alan Batievsky. Una peculiar pareja que ya han hecho de las suyas en el mundo de la publicidad, firmando, tiempo atrás, aquellos magníficos anuncios para Bocatta por los que desfilaban típicos personajes de pueblo como la pariente del pueblo que siempre te dice "toma llévate de esto que de esto allí no hay", las señoras de mediana edad que en cuanto suena la música se lanzan a bailar, el agricultor que ha tuneado su ciclomotor con una caja de frutas o el joven emprendedor que monta una discoteca en el pueblo y la llama con su nombre acabado en apóstrofe s.

En esta ocasión repiten la fórmula. Planos fijos, una acertada elección de actores, buena ambientación y una idea entre lo delirante y lo absurdo que no sólo transmite el mensaje de la aparición de este nuevo servicio, sino que genera un buen recuerdo que, en último término, fortalece el conjunto de la marca que, con esto de la crisis, no debe estar pasando el mejor de sus momentos.

En definitiva, unos spots para tiempos difíciles, resueltos como han de hacerse las cosas en tiempos como estos: con pocos medios y mucha imaginación.