El malecón, un lugar privilegiado en la vida habanera

LA HABANA (CUBA).-  Si vienes a La Habana y no disfrutas de una tarde sobre el muro del malecón, no habrás saboreado uno de los mayores encantos de esta ciudad. Con casi ocho kilómetros a lo largo del litoral norte, es uno de los sitios más interesantes de la capital cubana.

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Reno Massola

Como resultado de cinco décadas de construcción, hoy disfrutamos una avenida de seis carriles coronada por un muro, que alguien definiera como el 'banco más largo del mundo'. Durante todo el año, cientos de personas pueblan cada metro del malecón: novios y por noviar, pescadores expertos o persistentes, solitarios empedernidos, amigos en reencuentro, fiesteros incansables, flores nocturnas. Para captar la riqueza de esa diversidad humana es preciso estar ahí.

Entre los habitantes de La Habana, es raro encontrar alguien que no se haya enamorado con 'la brisa suave que viene del mar', como dice una conocida canción de esta isla.

R. M.

Cuando llega el verano, muchas zonas se convierten en balneario. A pesar de la advertencia sobre los peligros de bañarse en sus aguas, cientos de jóvenes las escogen para darse un chapuzón. En la sección más cercana al Prado, o la avenida Paseo, se concentran grupos de adolescentes entusiasmados con la aventura.

Pero ya sea mayo, julio o diciembre, el momento de clímax del malecón habanero es el atardecer. Una puesta de sol; con el mar como testigo, las olas, y el Morro en el horizonte, resulta incomparable. No obstante, si el viento sopla con fuerza desde el norte; las olas pueden saltar la contención y alcanzar desprevenido a más de uno. Así que es aconsejable mirar bien dónde nos sentamos. Si entre el mar y el muro media un buen tramo de arrecife, entonces mucho mejor.

Con la noche comenzarán a llegar los 'soperos' dispuestos, por 'una ayudita', a interpretar canciones de la trova tradicional, boleros o el Son de la Loma. Tampoco faltarán los vendedores: tabacos, golosinas, vinos de fabricación casera, flores… Solo quienes pasen allí algunos minutos sabrán ¡cuánto cabe en un pregón!

Eso sí, aunque las autoridades han colocado cestos para la basura, es común ver desechos sobre la acera, incluso en el mar. Cuidar la limpieza de las calles y lugares públicos no es algo de lo que puedan presumir los habaneros.

Si sólo vas de paso...

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R. M.

Trasladarse en auto por el malecón, desde el Castillo de la Punta hasta el conocido como Túnel de Quinta Avenida, es la vía más rápida de atravesar la ciudad. De un vistazo, podrás encontrar edificaciones viejas, muchas en pleno proceso de reparación; otras esperando que el trabajo les salve de la sentencia del tiempo. Las labores son rectoradas por la Oficina del Historiador de Ciudad de La Habana e incluyen todo el llamado malecón tradicional (la parte más antigua). Si te fijas con detenimiento, aún en medio de ese panorama es posible advertir los hermosos detalles de las columnas eclécticas que soportan los viejos edificios.

El lugar donde termina la Rampa (calle 23) es uno de los puntos más frecuentados en cualquier época del año. Desde allí puede divisarse el Hotel Nacional, emblemático en Cuba. Es quizás en este sitio donde sea posible encontrar un mayor número de cubanos reunidos, especialmente jóvenes. Les acompañan guitarras, bebidas, piropos para las chicas: todo lo que haga posible la diversión.

Una vez en El Vedado, el escenario es diferente. Comienzan a aparecer edificaciones más modernas, en especial en la zona donde coinciden las avenidas Paseo y Malecón. Al final, el túnel de Quinta Avenida da la bienvenida a Miramar, un barrio de grandes espacios y elegantes inmuebles.

De cualquier manera, si el sol no arrecia, a pie se disfruta mucho mejor. Ejercicio para las piernas, aire fresco y excelente espacio para relajar las tensiones que puede imponer la ciudad.