Tras las huellas de la mitología (y la comida) del sur de Chile

PUERTO MONTT (CHILE).-  Hoy vamos tras los pasos de una de las leyendas más célebres del sur de Chile: la del Trauco, un extraño ser que habita en los bosques de estas tierras, con cuya existencia se explican los embarazos de las jóvenes vírgenes. Sí, sí, como lo lees.

D. B.

Por las calles de Puerto Montt...

Para seguir sus huellas, haremos un recorrido que se inicia algunos minutos antes de cruzar el canal Chacao, que separa la isla grande de Chiloé del continente, y nos situaremos en la décima región de Chile, llamada 'Región de los Lagos' por su extensa hidrografía (no por el ex presidente).

Empezamos en Puerto Montt, ciudad portuaria de un encanto especial, donde parece que el tiempo se ha detenido debido al paisaje urbano que ofrece, antiguo, rústico y moderno a la vez.

Este lugar se ha transformado en parada obligada tanto para la gran cantidad de turistas que visitan el sur de Chile, así como para los habitantes de la isla de Chiloé, por tratarse del centro urbano y de servicios más próximo a la mítica tierra del Trauco (y la Pincoya, otra leyenda, y es que por estas tierras adoran la mitología).

A Chiloé se llega a través de un transbordador que cruza el Canal Chacao en unos 45 minutos, y que es capaz de llevar en su interior una veintena de vehículos pesados, incluyendo pasajeros.

D. B.

En este transbordador se cruza del continente a la isla de Chiloé.

Sin duda, antes o después de aquel cruce, es casi imperativo visitar uno de los puntos más característicos de la ciudad de Puerto Montt: el Mercado de Angelmó, ubicado en una antigua caleta de pescadores que ha remodelado magníficamente sus instalaciones para recibir a sus visitantes con una oferta gastronómica 'de chuparse los dedos'. Caldillo de Congrio (sÍ, el homenajeado por Neruda), mariscal, sopa marinera (versión caliente del mariscal con 'choro zapato' incluido, algo así como un mejillón gigante); además de una enorme variedad de salmón (Chile es uno de los mayores productores del mundo), y las siempre exquisitas empanadas fritas de mariscos; son algunos de los platos que han hecho que el lugar sea prácticamente de culto.

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Los precios son bastante asequibles —muestra de esto tenemos en la foto adjunta, con la carta de licores de uno de los restaurantes (hecha además con una buena dosis de arte): el pisco sour, destilado de aguardiente con jugo de limón, trago típico de Chile (aunque le pese a nuestros hermanos del Perú), a un valor de 1.500 pesos chilenos (unos dos euros), nada de mal ¿no? Una antesala perfecta para ir en búsqueda de la riqueza mítica y costumbrista que nos espera al otro lado del canal.

Así que ya lo sabes, si por aquellas cosas de la vida llegas a visitar este maravilloso rincón al sur del mundo, no dudes en hacer una parada en este lugar, lleno de encanto y de sabores que dejan huellas profundas en el paladar y, por qué no decirlo, en el espíritu.