ALEJANDRÍA (EGIPTO).- Cuando el líder macedonio Alejandro el Grande llegó a Egipto en el año 332 a.C. decidió construir una ciudad que llevara su nombre. Alejandría se convirtió, pues, en uno de los principales enclaves por su situación estratégica de comunicación costera, tanto para el comercio como para la suntuosa pesca.
Una vista aérea de Alejandría.
Con Ptolomeo reinando Egipto, la ciudad se fue convirtiendo en un epicentro cultural, atrayendo a escritores, artistas, poetas y científicos de todo el mundo. Bajo su reinado se construyó la esplendorosa Biblioteca de Alejandría, que fue arrasada por el fuego cuando los romanos invadieron Egipto y derrotaron a la Reina Cleopatra VII —y su aliado, Marco Antonio— en el 31 a. C.
Alejandría, 'la perla del Mediterráneo', es hoy en día la segunda ciudad más importante de Egipto. Si antaño fue punto de encuentro cultural y por sus costas pasearon faraones, griegos, romanos, califas y mamelucos… hogaño sigue siendo una concentración de nacionalidades diversas, que se encuentran estudiando, trabajando o investigando. Aquí tienes algunos consejos que harán tu visita a la ciudad mucho más satisfactoria.
El billete de avión directo de España resulta todavía muy caro, si bien desde El Cairo es tan sencillo como coger un autobús Superjet o West Delta que tarda unas tres horas y media o cuatro; o el tren, el llamado turbini o el isbani —que significa ‘español’ en árabe— son los más rápidos, con dos horas y media de viaje.
Los autobuses paran a las afueras de la ciudad, pero por 10 o 20 libras egipcias (algo más de uno o dos euros) puedes coger un taxi. Por su parte, los trenes paran en dos estaciones: Sidi Gaber y Mahatta Masr, ésta última más cercana al centro.
Hoteles tienes para elegir...
Si queremos algo barato, hay un albergue juvenil en El Shatby, muy cerca del centro. Si prefieren hoteles, el Hotel Union, el Hotel Delta y el Hotel Mercury son los más asequibles. Aparte de éstos, existen mucho otros que —como los que acabo de mencionar— dan al paseo marítimo, aquí llamado El Cornish.
Lo primero: relájate. Ya sabes lo que ocurre en un país árabe con alto nivel de pobreza en las calles. Los niños y algunos jóvenes pueden resultar molestos a veces si no estás acostumbrado. La solución: caso omiso o, pedir ayuda a algún adulto que aparezca. Normalmente Alejandría es una ciudad con unos habitantes dispuestos a ayudarte a lo que sea, de hecho, para ellos es todo un orgullo echar una mano.
Para entonces, seguro que ya estarás oliendo la fresca brisa mediterránea que hace de esta ciudad, a diferencia de El Cairo, un lugar con poca contaminación.
La oficina de turismo se encuentra en el centro, en Mahatta Ramleh, allí se pueden conseguir mapas y sugerencias de recorridos. Te recomendarán que cojas taxis, por ser lo más cómodo y asequible para el bolsillo europeo. Aunque también existe la posibilidad de coger el tranvía, mucho más barato, y que continúa siendo una opción segura. Y, por supuestísimo, andar, andar disfrutando de los antiguos edificios de estilo colonial franceses, italianos y griegos.
Cinco han sido las veces que se ha levantado. Ahora la Biblioteca de Alejandría ocupa un lugar inmejorable, junto al mar y frente al campus universitario. Su fantástica estructura queda rodeada de agua con un fuerte color azul; su fachada está llena de las letras del alfabeto de más de 120 lenguas diferentes.
Una sala de lectura de la Biblioteca.
Una vez dentro, podemos requerir un guía ‘en español’: son los aventajados estudiantes del Instituto Cervantes de Alejandría que te contarán lo mucho que les gusta España y su gente, que al fin y al cabo siendo mediterráneos no nos diferenciamos mucho del el carácter egipcio.
Merece mucho la pena visitar esta grandiosa Biblioteca que contiene, además, varias exposiciones (de papiros o antigüedades) y —aunque inaccesible para los visitantes— las sedes de las principales ONG que operan en este país.
Ante todo, cuando organices la excursión diaria, piensa en los horarios, puesto que los museos suelen cerrar a las cuatro o cinco de la tarde, dependiendo de la estación del año. También hay que tener en cuenta el sala o rezo del viernes, que suele finalizar a la una o dos de la tarde. Si coges un taxi un viernes por la mañana y éste para al lado de una mezquita, no te preocupes que en algo así como diez minutos volverá.
Se recomieda no beber nunca agua del grifo. Sin embargo, la comida no suele resultar un problema para el estómago, aunque hay tener cuidado. En Alejandría hay un dicho: los meses terminados en ‘e’ (septiembre, octubre, noviembre y diciembre) son los mejores para comer pescado.
En toda la ciudad hay una famosa cadena de comida llamada GAD. En ella podemos comer barato y además tienen comida para llevar, ‘take away’ como dicen ellos. Ahora bien, cairotas y visitantes van a Alejandría a comer pescado. El Fish Market en El Cornish, al lado del lujoso (pero a buen precio) Grand Café, nos ofrece unas vistas magníficas y un pescado estupendo. El precio varía, pero está alrededor de unos 20 euros por cabeza (150 libras egipcias). La costumbre en cualquier restaurante de pescado es elegir tú mismo el pescado o el marisco y luego suelen acompañarlo de tahina (salsa de sésamo para untar con pan), ensalada y arroz.
¿Un paseo por la playa?
Cerca de la calle Togareya se encuentra otro restaurante tipo Fish Market, pero mucho más barato. Por allí mismo, cara al mar, está la típica ahua o cafetería El Togareya, donde podremos beber té y fumar una shisha (una de esas cachimbas llamadas narguile en El Cairo). El alcohol no es fácil de encontrar, pero lo hay. Si queremos comida, alcohol y shisha, está el restaurante Athineus o el Sheij Jali. Aunque si te encuentras por el popular barrio de Ibrahimiya puedes comer y beber en el viejo y destartalado Club Griego. Un ambiente peculiar, pero acogedor y barato.
Como no cabía esperar de otra manera, esta ciudad está repleta de ruinas grecorromanas. La ciudad cuenta con el Museo Greco Romano y el Anfiteatro romano, el Pilar de Pompeyo y varias catatumbas.
El Museo Nacional de Alejandría, muy cerca del consulado español, nos ofrece una manera rápida y llevadera de visitar vestigios históricos de las dos principales religiones de este país: la musulmana y la copta. En su planta sótano tenemos la parte dedicada a la época faraónica con una interesante reconstrucción de tumbas, y esculturas de Annubis. Un museo que no debemos dejar de visitar, en el que podemos ver fotos a tamaño gigante de las excavaciones submarinas que se están llevando a cabo. Porque, recuerden, la antigua Alejandría se encuentra bajo el mar.
Al final de El Cornish se encuentra la fortaleza mameluca del Qait Bey y, justo antes de llegar, la famosa mezquita del místico sufí Abu Abbas el Morsy. El Morsy, que significa ‘El murciano’ es sólo un ejemplo de los lazos de unión que había entre Alejandría y la España musulmana. Otro es… el arroz con leche que podemos comernos en los alrededores del Qait Bey y que aquí lo llaman ros bi laban. Sin duda, tenemos mucho en común con los árabes y lo descubrirás al llegar.
Además de bellas mezquitas interesantes para el visitante, están las iglesias coptas y las ortodoxas griegas. Hay unas pocas iglesias católicas, como la de Santa Catherine, nacida en Alejandría y muy famosa y querida en Egipto. Si andamos por la Calle Naby Danielle encontraremos la única sinagoga de la ciudad, una de las más grandes del mundo; grande también es el cementerio judío que está cerca de la Calle Sultan Hussein, pero se encuentra un poco escondido.
El Observatorio de la Biblioteca de Alejandría.
Las playas públicas no son aptas para turistas. Tanto los extranjeros, como muchos egipcios, acuden la mayor parte del año a las playas privadas de Montaza o Agamy.
En Montaza, a unos 30 minutos en taxi del centro de Alejandría, están los Jardines de Montaza y el Palacio de Verano del rais —presidente— egipcio, donde este pasado verano se reunió con el ministro israelí. Son unos verdes y floreados jardines que se mantienen así todo el año, a pesar del calor. La mejor época para visitar esta ciudad es primavera, justo después de las intensas lluvias de invierno. Pero pronto llega el calor al que acompaña la humedad.
Si alguien me preguntara qué es lo que más me gusta de Alejandría yo diría la intensa vida cultural, siempre hay conciertos, exposiciones o teatros, y es que los jóvenes alejandrinos se caracterizan por su creatividad, igual que sus antepasados.
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Si visitáis una ciudad egipcia, jordana, siria, etc... tenéis que dejar vuestros prejuicios de occidentales en España, y dejaros llevar, ser uno más. +
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