HONG KONG (CHINA).- Sha Tin es, probablemente, la población más importante de los Nuevos Territorios. Con unos 500.000 habitantes, es un bosque de torres residenciales de alturas imposibles salpicado con múltiples incrustaciones de centros comerciales.
Pero también es el punto de salida de uno de los entretenimientos favoritos de muchos de los pintorescos lugareños: montar en bicicleta.
Comenzamos la excursión en la estación de MTR. Tras cruzar el obligatorio centro comercial, en este caso, reconocido como uno de los de mayor densidad de visitantes del territorio, salimos al Sha Tin Park. Por ahora, recomendamos cruzarlo, siguiendo las señales que apuntan a los quioscos de alquiler de bicicletas.
En Sha Tin hay tres quioscos distintos, de tres compañías diferentes. Conviene tener en cuenta que sólo dos de esas tres compañías ofrecen la posibilidad de devolver la bicicleta en Tai Po, el punto intermedio de nuestro viaje. Y, ya puestos a recomendar, los de las camisetas amarillas tienen las bicis más nuevas, e incluso se apañan con el inglés, lo que en Nuevos Territorios es algo que no pasa muy a menudo.
Los precios, a día de hoy, son bastante asequibles: 25 dólares por una hora, 50 por dos horas, y 70 por el día completo (debiendo devolver la bicicleta antes de las siete de la tarde). Por un extra de 5 dólares, se puede incluir una cestita. Se requiere mostrar algún documento a la hora de formalizar el alquiler.
El recorrido entre Sha Tin y Tai Po, de unos 10 kilómetros aproximadamente, discurre por un 'carril bici' perfectamente asfaltado, señalizado, e incluso patrullado por policía en bicicleta, que sigue la linde del Shing Mun River, hasta un poco antes de su desembocadura en el mar, momento en el que continúa justo al lado del mar, por tierra reclamada, hasta Tai Po. Abierta en 1981, fue la primera de las rutas que hoy conforman una amplia red con centro en Sha Tin, que llega a Tai Wai, Ma On Shan y Tai Po.
Aparte de dejarnos observar de cerca a los hongkoneses, el recorrido nos permitirá pasar por unos cuantos lugares singulares. El primero de ellos, el hipódromo de Sha Tin, el más grande de los dos del territorio, con capacidad para 85.000 personas. A su lado, aunque en avanzado estado de desmantelamiento, están las instalaciones donde se celebraron las pruebas ecuestres de los Juegos Olímpicos. En ese tramo del río, también, se encuentra el Dragon Boat Rowing Club, que suele celebrar carreras todos los domingos. Parada obligatoria, pues, para los aficionados al remo.
Un poco más adelante, y el olfato será el primero en avisarnos de su proximidad, la estación depuradora más grande del territorio, al lado de la cual se encuentra la base de la sección naval de la policía.
Al llegar a ese punto, comienza el llamado Ma Liu Shui Waterfront Park, que será por donde discurra nuestro recorrido, hasta la llegada a Tai Po. Durante la travesía encontraremos servicios, algún que otro restaurante y varios puestos ambulantes en los que las especialides son las rodajas de piña congeladas, además del agua fresca, que se entrega con una tira de plástico que el vendedor corta de bolsas del supermercado, que permite colgar la botella del manillar. En estos casos, a la hora de hacer el pedido, se debe dominar el arte de apuntar con el dedo al objeto deseado. En todo caso, para los más aguerridos, y en transcipción fonética de lo más chapucera, una botella de agua se pediría 'yat-cheng-soi', una rodaja de piña 'yat-chi-bolok', y una manzana 'yat-go-pingkuo'.
Deporte en el río Shing Mun.
Tras pasar el muelle del ferry de Ma Liu Shui recomendamos a los que gusten de ver arquitectura hacer una parada en Science Park, una especie de polígono tecnológico, desarrollado a medias por el Gobierno y Chinese University. Los que no gusten de ver arquitectura, pero sí de tomar café, pueden aprovechar también la parada, ya que ahí está uno de los pocos coffee shops de Nuevos Territorios.
Ya al llegar a Tai Po, recomendamos tomar la desviación a la derecha que se dirige hacia el Tai Po Waterfront Park, por dos razones: la primera, porque puede ser un buen sitio para comer, degustando, por ejemplo, el típico shaomai; y la segunda, porque es habitual que haya al menos una docena de personas volando cometas. En realidad, hay una tercera razón, y es que no es extraño ver o bien una boda que se celebra en los mismos jardines, o bien a alguna pareja de recién casados haciéndose las fotos correspondientes. Y, de verdad, merece la pena ver una boda china.
Tras recuperar energías, se puede volver a Sha Tin por el mismo camino, aprovechando, si la hora empieza a ser avanzada y la contaminación del aire no es muy alta, para disfrutar de la caída del sol sobre el Tolo Harbour desde cualquiera de las 'pagodas' de descanso que encontraremos en el camino.
Para terminar, unas sugerencias:
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los precios de alquiler de bici pueden ser asequibles para Hong Kong, pero para lo que se cobra aquí me parecen una barbaridad. +
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