TOKIO (JAPÓN).- Cuando llegas a Tokio no sabes muy bien qué vas a encontrar. Sí, todos hemos visto 'Lost in Translation', así que algo sabes de karaokes, pasos de cebra hiperpoblados y jet lag con insomnio incorporado. Además ya has leído sobre los váteres con chorrito y secador, las tribus urbanas que pueblan los barrios de la capital nipona, o las tiendas en un sexto piso. Claro que quedan muchas otras cosas que te dejan con los ojos cuadrados. Aquí te contamos algunas de ellas.
Sí, el aeropuerto de Tokio no está en Tokio. Es verdad que todos estamos ya acostumbrados, por el tema Ryanair, a volar a aeropuertos pequeños que se encuentran a kilómetros de la ciudad de destino. Pero más vale que lo tengas en cuenta porque Tokio no es Londres y después de las casi 20 horas de viaje estás un poco desorientado y no es tan fácil desentrañar las señales del transporte (aunque estén escritas en alfabeto romano). Llévate un croquis del transporte público o contacta con tu hotel, que igual tiene un autobús que te lleva hasta la puerta.
Una vez en Tokio esperas ver una especie de ciudad de Blade Runner. Pues olvídate. Los taxis no son precisamente coches del futuro, bueno, en parte. Con aspecto de Seat 124 no tienen un color corporativo: pueden ser negros, naranjas, verdes... Pero que no cunda el pánico, los taxis de Tokio son tan fáciles de identificar como los de Londres o Nueva York. Con forma cuadrada y cuatro puertas, todos tienen en su parte de arriba un 'chirimbolo' que indica si está o no ocupado. Pero lejos de ser un rectángulo como en el resto del mundo, en Tokio los 'chirimbolos' adquieren formas de lo más variadas: un elefante, un balón de rugby, un corazón, una pelota blanca... Cuidado, porque a pesar de su aspecto un poco Alcántara según te vayas aproximando las puertas traseras se abrirán automáticamente. Pero es sólo un lapso de modernidad. El interior del taxi está recubierto de un tapetito de ganchillo de quita y pon que le da al vehículo un aire de lo más surrealista. El conductor con gorra y guantes blancos no hace sino rematar la faena.
El 'Economist' acaba de nombrar a Tokio la ciudad más cara del mundo, así que lo normal es que antes de irte todo el mundo te pregunte "¿pero te vas a Tokio? Si es carísimo". Bueno, pues resulta que no. Para vivir allí puede que lo sea, pero estamos de turismo. Los taxis y el transporte público te salen por un pico, pero el resto... Si has estado alguna vez en París seguro que te has pensado muy mucho sentarte en una de sus terrazas con estufa a tomar un café, una caña o un refresco. Sabes que la parada te puede salir cara así que mejor hidratarse con una botella de agua. Si bien en Tokio puedes caer en algún sitio caro, lo normal es que puedas comer —y muy bien— por 6 euros una sopa de noodles completísima o un menú de sushi con el que siempre te ponen sopa y un té. Respecto al alojamiento, puedes encontrar habitaciones dobles por unos 70 euros —a ver, la horquilla es infinita, pero digamos que 70 es el precio medio para un hotel medio—. Si no, siempre puedes dormir en un hotel cápsula y ahorrar.
No, es más, los restaurantes que más abundan —y los más baratos— son los de noodles. Los hay secos o en sopa a la que le echan carne, brotes de soja, cebolleta, maíz, sésamo... Resultan deliciosos y en un día frío te recomponen el cuerpo. Y no te cortes si quieres sorber: el ruido que hacen los japoneses al tomar la sopa es inimitable. Un plato muy rico es el shabu shabu: en el centro de la mesa se coloca un fuego con una cazuela llena de caldo a la que se van añadiendo setas, col, cebolleta, y láminas finísimas de ternera (si es de kobe prepárate, porque eso sí que es caro). Muy recomendables también los encurtidos de nabo, rábano, remolacha. En ocasiones los ponen en el desayuno y levantan a un muerto. Otra cosa que deberías probar es el Ton Katsu. Es carne de cerdo rebozada que acompañan de col en juliana y que cubren con una salsa especial. Y prepárate porque con cada comida te ponen un cuenco de arroz, té y sopa miso aunque no los pidas, así que no comas con los ojos.
Al entrar en un comercio o en un restaurante en Tokio todas las personas que allí trabajan pegarán un grito para recibirte, '¡Irashaimaseeeeeeee!', que acompañan con una ligera inclinación de cabeza. Resulta curioso, por haberlo perdido por estos lares, el concepto de educación y hospitalidad japonés. Los trabajadores te atienden, nada de autoservicio, te llevan la ropa al probador, te sonríen, te buscan otra talla. Pero lo más impactante llega al salir de la tienda. Poco importa si has comprado o no (que aprendan por occidente). Cuando ven que vas a abandonar el establecimiento te despiden con una inclinación de cabeza. Y de pronto, al aproximarte a la puerta, a un radio sólo conocido en Japón, todos los dependientes que se percaten de tu salida gritan ¡¡¡arigato gozaimaaaaaaaaaaaaas!!! ¿Alguien imagina salir aquí de una tienda al grito —pero grito de verdad— de muchas graciaaaaaaaas?
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