CHICAGO (EEUU).- Situado a 12 kilómetros al sur del centro financiero de Chicago, Hyde Park es un tranquilo barrio residencial donde la integración racial regala estampas curiosas, como la de un gótico blanco paseando de la mano con una negra punk. Con la misma naturalidad conviven sucursales de grandes franquicias, tiendas de barrio y restaurantes familiares, elegantes viviendas de estilo inglés y edificios emblemáticos de arquitectos de primera línea.
Todos quieren su ejemplar del 5 de noviembre.
Empezamos el recorrido en la estación de Metra —que no metro— de 53rd Street. Las vías del tren dividen en dos Hyde Park. Al Este, el lago Michigan cierra el paso a una zona poco transitada, salpicada por altas torres de apartamentos. Al oeste, edificios de ladrillo de dos plantas conforman el centro que aglutina la mayoría de los comercios en torno a unas pocas calles.
Hacemos la primera parada nada más bajar las escaleras de la estación. Allí, en una esquina, Dashra T. Patel, de origen hindú, vende periódicos desde hace 15 años en un quiosco destartalado, el único de Hyde Park. Entre manos tiene un especial del Chicago Tribune con portadas dedicadas al presidente electo del país. "El periódico de mañana trae esta edición especial", explica en un inglés no apto para principiantes.
En Chicago, todo el mundo quiere tener un recuerdo. Los principales diarios siguen reeditando los periódicos del miércoles 5 y en sus páginas se pueden encontrar consejos de cómo conservar tan valioso pedazo de Historia. "El día siguiente de las elecciones vendí 5.000 dólares. La gente hacía cola para comprar y algunos se quedaron sin nada", comenta. El que no hizo cola fue Barack Obama. "Solía venir todos los días a por el Tribune, el Sun-Times, el New York Times y el USA Today, pero hace como seis meses que no lo veo", comenta.
Caminando hacia el este por la 53rd Street, dejamos atrás tiendas de pelucas, lavanderías, tiendas de discos y un puñado de restaurantes del mundo, hasta llegar a Blackstone Avenue. Allí, en el número 5234, está el lugar más visitado de Hyde Park. No es un edificio de Frank Lloyd Wright, ni de Mies van der Rohe. Tampoco es un museo, un college de la Universidad de Chicago, ni una escultura de Henry Moore.
La pelu de los campeones.
Hyde Park Hair Salon & Barber Shop, dicen las luces de neón del escaparate, mientras que al fondo, un cuadro del presidente cuelga ya junto a la foto tamaño real de Muhammad Ali. En el tercer asiento del lado derecho, donde Obama se sentaba todos los viernes para cortarse el pelo por el módico precio de $25, Tony Coye ojea un enorme álbum con recortes de periódico que resumen la carrera del ex senador de Illinois desde su famoso discurso de la Convención Nacional Demócrata de 2004.
"Antes teníamos gente del barrio, ahora, turistas de todo el mundo", comenta el socio de este negocio con 80 años de historia. Obama, que va camino de convertirse en el 'chicagoan' más famoso, junto con Michael Jordan y Al Capone, ha despertado tanto interés que hasta la oficina de turismo ha organizado un recorrido bajo el título de 'Presidential Chicago'. Sin embargo, para los barberos de este local que ha visto pasar a estrellas como el boxeador Mohamed Ali y el director Spike Lee, el hombre más poderoso del mundo seguirá siendo uno más. "Entra por la puerta y le decimos, what´s up Barack? Sabemos que es importante, pero no queremos que se sienta excluido por ello", apunta Tony.
Zariff, el peluquero de Obama desde hace 14 años, asegura que "no ha cambiado un ápice" en todo este tiempo. "Es como lo ves por la tele, ni más ni menos", señala. Cada pocos minutos su teléfono suena. Le piden cita para hacerse el corte de moda: el Obama cut. "Antes lo llevaba más largo. Decidimos el corte que lleva ahora en 2004, para el discurso de la Convención", explica. Tras la victoria de su cliente, Zariff está listo para hacer la maleta e irse a Washington cuando haga falta. "Le corté el pelo dos horas antes de que saliera a escena en Grant Park. No va a cambiar de barbero ahora", señala convencido.
Retrocedemos de nuevo a 53rd Street para pasar frente al número 1400. Del antiguo Baskin Robbins, donde Barack invitó a cenar por primera vez a su esposa Michelle, sólo queda un local vacío en alquiler, pero nos viene de paso hacia la casa de los Obama.
57th Street Books, una más de las librerías con encanto, de cuya cooperativa Obama es miembro.
Por mucho que Barack siga siendo Barack, como dice su peluquero, es evidente que algo ha cambiado. Más de 25 coches de policía nos dan la bienvenida a Hyde Park Boulevard, por donde se accede a la casa de los Obama, situada en el 5046 de Greenwood Avenue. Cuando todavía era candidato, se podía ver una parte de la fachada roja de ladrillo. Ahora, han ampliado el perímetro de seguridad y un agente nos pide amablemente: "Keep walking, please", así que enfilamos hacia la Universidad de Chicago, situada al sur del barrio.
Paseando sobre una alfombra ocre de hojas secas, entre elegantes villas unifamiliares y ardillas por todas partes, la sensación es la de un paseo otoñal por alguna ciudad de Inglaterra. Especialmente cuando las casas dan paso a residencias universitarias que son un auténtico calco de las de Oxford o Cambridge.
A las puertas de la Universidad de Chicago, en 57th Street esquina con Kimbark Avenue, en el sótano de un edificio de ladrillo, se encuentra la siguiente parada. 57th Street Books sería una más de las librerías con encanto que hay por el barrio, si no fuese porque Barack Obama es miembro de esta tienda cooperativa desde 1986. "En 1996 presentó aquí su primer libro ‘Dreams From My Father’, ante una decena de personas", comenta el encargado. En 2006 centenares de seguidores hacían cola para obtener una firma del best-seller ‘The Audacity Of Hope’. Junto a la puerta de entrada no falta una vitrina completa con sus libros, biografías, discursos e ideario político.
Caminando dos manzanas hacia el Sur se llega hasta 59th Street, el corazón de la zona universitaria. Si alguien está interesado en algo más que en Obama, es el momento de ver la casa Robie, del arquitecto Frank Lloyd Wright, la Rockefeller Memorial Chapel o la School of Social Service Administration, firmada por Mies van der Rohe. Además de ser famosa por la bomba nuclear y 80 premios Nobel, la Universidad de Chicago se congratula ahora de haber tenido también un presidente. Barack Obama dio clases de Derecho constitucional aquí de 1992 a 2004
Y, antes de volver al centro de Hyde Park —53rd Street— para cenar, ¿qué tal un paseo a orillas del lago Michigan? A Obama le gusta disfrutar de la brisa en Promontory Point, según indicó al diario Chicago Sun-Times. Situado al otro lado de la carretera US 41, este parque que conforma un saliente sobre el lago es el lugar ideal para desconectar de la ciudad, otear el horizonte azul y ver el skyline de Chicago al atardecer.
La familia Obama adora la pizza.
Para cenar, Hyde Park ofrece una variedad extraordinaria. Comida japonesa, mexicana, china, coreana, turca, caribeña… La dificultad está en elegir. Uno de los restaurantes favoritos de los Obama es Pizza Capri (a partir de $12) —53rd Street esquina con Harper Avenue— un italiano familiar, asequible y con una carta variada. "A él le gusta la pasta, las niñas pedían pizza cuatro quesos y ella una ensalada", nos revela un camarero. Los que buscan algo más exótico pueden acercarse al Calypso —5211C S. Harper Street— a degustar platos jamaicanos. El favorito del presidente, jerk tilapia ($12,95) (pescado blanco con un condimento jamaicano) a la parrilla con mango y piña.
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Enhorabuena por el artículo. Vaya pateada exhaustiva te has pegado, Mikel. Sigue contándonos cosas desde la ciudad de los Smashing +
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