PITTSBURGH (EEUU).- Pensilvania era un Estado clave para la victoria de Obama, y sobre las nueve de la noche hora local se confirmaba que era para los demócratas: las cosas pintaban muy bien. Pese a que en Europa la victoria se aseguraba para Obama, en Estados Unidos las cosas no estaban tan claras y muchos compañeros todavía me planteaban serias dudas a la hora de comer. Quizás por ello, porque aquí nunca se había cantado victoria antes de tiempo, las celebraciones comenzaron en cuanto se supo que Pensilvania era demócrata, y no antes.
Todo el mundo pendiente de los resultados.
Me habían invitado a una fiesta en East Liberty, un barrio de mayoría negra, para celebrar la posible victoria de Obama en el pub Shadow Lounge. Así que sobre las diez me he dejado caer por allí: las ventanas estaban empapeladas del rostro de Obama, en la primera sala había un concierto de hip hop en cuyos descansos se recitaba poesía y las otras dos salas estaban abarratodas de gente siguiendo los resultados de las elecciones en pantallas gigantes.
He estado en el Shadow Lounge otras veces y hoy el ambiente era distinto: la gente bailoteaba, reía, gastaban bromas y, sobre todo, no perdían detalle de los resultados de las elecciones. Hoy no había ligones, ni contoneos ni esquinas oscuras: todo el mundo estaba feliz e ilusionado, como si algo importante realmente estuviera pasando en sus vidas.
Sobre las once de la noche, mientras pedía una cerveza en la barra, la CNN ha actualizado los resultados electorales: Obama superaba los 270 delegados y se proclamaba presidente de los Estados Unidos. La pantalla lo anunciaba como 'Obama elected president' (Obama presidente electo), y toda la gente que abarrotaba el bar estallaba a gritar, aplaudir y a abrazarse. La música se ha hecho la dueña: temas remezclados que hablaban sobre Obama, desde el 'Yes, we can' a canciones de hip hop. Los móviles echaban humo: me ha costado cinco minutos coger línea para llamar a varios amigos. La gente llamaba para felicitarse, para aplaudirse y, en definitiva, para compartir la alegría que les imbadía.
Sobre las doce y media de la noche ha llegado el momento que todo el mundo esperaba: Obama ha aparecido en el Grant Park de Chicago y el Shadow Lounge se caía entre gritos y aplausos enfervorecidos. Obama ha comenzado su discurso y la gente no podía disimular una sonrisa de su rostro: otros, bastantes, lloraban casi sin consuelo.
Obama ha traído la esperanza a Estados Unidos, y a buena parte del mundo. La gente confía en él y esperan que su país cambie gracias a un presidente que mueve masas mientras sobre sus manos se deslizan cientos de sueños. Sin duda, el mejor resumen de la noche se ve reflejado en el cambio espontáneo de eslogan que la gente ha adoptado: esta noche se ha pasado del 'Yes we can' (Sí, podemos) al 'Yes we did' (Sí, lo hicimos).
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