Ya hay saldo final en el affaire Mitsubishi, con la retirada y "desretirada" del spot en el que dos peligrosos delincuentes de pequeña estatura secuestraban un perro. El Ministerio de Industria ha destituido a José Juan Bartolomé, subdirector general de Medios Audiovisuales, quien a primeros de octubre ordenó a las televisiones que dejaran de emitir el anuncio sin encomendarse ni a Dios, ni al Diablo… ni a Autocontrol.
Hay que reconocer que la destitución es tan insólita como justificada. Para la publicidad es una buena noticia, pues se reconoce la idoneidad de los mecanismos existentes para el control de los anuncios que se emiten frente a la iniciativa unilateral de cualquiera que, dentro de la estructura del Estado, agarre un teléfono y se arrogue el poder decidir lo que es bueno para los ciudadanos y lo que no lo es. Aunque por las mismas, podríamos exigir a la ministra Aído que respete los procedimientos cuando alguien le habla de un anuncio, y se cuide de asegurar su retirada sin siquiera conocerlo, como hiciera en la Comisión de Senado hace unas semanas.
El intervencionismo moral de las administraciones en nuestras vidas se está convirtiendo en una constante. Sólo en esta sección de soitu.es y en unos pocos días hemos hablado del alcalde Gallardón y su redada intelectual contra los hombreanunicos, de la ministra Bibiana contra las croquetas de la Puri, del cartel del la película Diario de una ninfómana, y este último caso, el de los niños apandadores. Son cuatro ejemplos sucedidos en las últimas semanas y todos ellos se refieren a la publicidad, que es lo que nos ocupa. Tratándose de anuncios, afortunadamante nunca es relevante. Al fin y al cabo queda reducido todo a dinero, el que las agencias y los anunciantes invierten en crear, rodar y producir anuncios y programarlos, una inversión a expensas del capricho del político o funcionario salvapatrias que pueda decidir llamar a los medios y prohibir la emisión, sin necesitar otro argumento que el de «por mis santos porrones».
Pero es una tendencia y afecta a todos los ámbitos de la convivencia ciudadana. Ese intervencionismo moral al que nos referimos es mucho más peligroso en otros ámbitos de nuestra sociedad, y nos hemos acostumbrado a convivir con él. Y lo peor es que excepto cuando hay extralimitación en las funciones, como es el caso de J.J. Bartolomé, a los ciudadanos no nos queda otra que aguantarnos. Así, es el intrusismo ético el que en determinadas Comunidades hace que algunos ciudadanos no puedan ejercer los derechos que nos hemos dado todos en el Parlamento.
Por poner un par de ejemplos, el derecho al aborto en Navarra, o el de la Educación para la Ciudadanía en Valencia. También está sujeto a intervencionismo moral el que se pueda fumar o no en determinados lugares públicos, la hora a la que nos tenemos que ir a dormir, que la decide en cada caso el mandatario fijando a qué hora se cierran los bares y la mayor o menor presión que se ejerce contra sus dueños para que la cumplan.
Podríamos encontrar centenares de ejemplos, pero todos responden a una premisa: hemos claudicado y admitido que los políticos tienen entre sus funciones decidir y velar "por lo que es bueno y lo que nos conviene", por encima de cualquier libertad e incluso de algunas leyes. Para ello, les basta con una herramienta infalible, la que más excita sus glándulas varias: la prohibición. Una tentación enorme cuando se tiene el poder, y que se ejerce de un modo impune, porque a diferencia de los anuncios, no se suspende cautelarmente. Nos pueden prohibir lo que deseen, sólo cuando alguien tenga el dinero, el tiempo y las agallas como para demostrar que esa prohibición no se ajusta a derecho, dejará de ser efectiva. Durante ese proceso deberemos aguantarnos. Cuando afecta a la publicidad no es importante. Pero es un síntoma.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Los vídeos del beso de Iker Casillas a Sara Carbonero han sido lo más visto en YouTube en España en las últimas horas. Las visualizaciones no hacen más que aumentar -aunque Telecinco ya ha empezado a reclamar los derechos- y, aunque parezca mentira, no había pasado ni una hora desde ese momento que en la Red ya se encontraban varias versiones de esa secuencia. Internet mueve a masas y un contenido ya no se pierde en el directo: permanece. ¿Cómo puede un partido político o un candidato aspirar a tener un éxito similar?
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La copia de spots electorales, a veces porque están hechos por el mismo asesor en varios países o simplemente porque se cree que un buen anuncio en Reino Unido puede adaptarse a Grecia, es bastante común en marketing político. De hecho, en la exposición de spots electorales celebrada en Barcelona hace un par de años incluso se dedicó una sección a este tipo de casos.
En: E-Campanya
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Así, ni cortos ni perezosos, en la Comunidad de Madrid han apostado por buscar, comparar y comprar aquellos buenos ejemplos de marketing en el sector público. Y en ello, el referente es Obama. El presidente norteamericano hizo de su “Yes we can” su grito de guerra. Su eslogan memorable. Resumió en tres palabras el espíritu de su campaña y consiguió con él movilizar a su electorado.
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Un divertido spot que han creado para promocionar el servicio de compras online en EROSKI
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