21. El hombre que se pone palote mirando acciones de Bolsa

Hubo un tiempo en el que cuando comprabas acciones te daban algo más que una exigua participación en una empresa. Al convertirte en accionista, recibías un documento que te acreditaba como tal. Y algunos de esos documentos eran auténticas obras de arte. Preciosos títulos con magníficos grabados y esmeradas tipografías. Puede parecer poca cosa, pero tal y como está el parqué, es mejor que nada. Hoy día, tu inversión en Bolsa se plasma en un triste apunte contable, y luego, cuando la firma en la que has depositado tu confianza, y tus ahorros, se va al garete, ¿qué te queda?

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Título de Playboy ilustrado con la imagen de Miss Febrero 1971.

El coleccionismo de títulos de Bolsa antiguos recibe el nombre de escripofilia, un hobby que algunos se toman muy en serio, hasta el punto de estar dispuestos a desembolsar 3.800 dólares por un certificado de acciones petrolíferas con las firmas originales de dos miembros del clan Rockefeller.

Pero el más pintoresco, sin duda, de estos acaparadores de documentos bursátiles vintage es el holandés Hugo Van der Mollen, que tiene su colección clasificada por decenas de categorías temáticas, dependiendo del tipo de ilustraciones que decoran cada título en cuestión. Entre ellas, llama la atención el apartado 'Mujeres con poca ropa', que a su vez incluye secciones tan jugosas como 'Mujeres sexis' o 'Pechos', así, a secas.

Vamos, que el bueno de Hugo no necesita estar suscrito al Private ni bajarse vídeos guarros de internet. Cuando necesita aliviarse, se mete en el baño con la caja de kleenex y la carpeta de las Eléctricas y santas pascuas.

Que tiemblen los responsables del Calendario Pirelli. El Calendario Van der Mollen tendría mucho más éxito. Esas exuberantes féminas reservadas hasta ahora para los ojos de los especuladores financieros podrían convertirse en los nuevos iconos sexuales. Además, igual que en todos los talleres mecánicos hay un calendario con señoritas en paños menores, en las oficinas de los agentes de cambio y Bolsa podría instaurarse la misma sana costumbre.

Pero en el mundo de la escripofilia podemos encontrar otros muchos universos, quizá no tan lujuriosos como los que frecuenta este Hugh Hefner bursátil, pero igualmente atractivos. Existen títulos que son auténticos pedazos de historia. Entre mis favoritos, los que tienen que ver con las empresas coloniales fundadas en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX. Entre bellas imágenes de palmeras, animales salvajes y nativos robustos y felices se escondían las vergonzosas cifras de dinero que se extraían de África a base de esclavizar a los miembros de las distintas tribus del continente.

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Acciones que ilustran la época colonial.

Quien haya leído 'El fantasma del Rey Leopoldo', la escalofriante historia real de la colonización belga del Congo, sabrá de lo que hablo. Este libro imprescindible retrata a uno de los personajes más terribles de nuestra historia contemporánea: el Rey Leopoldo II de Bélgica, cuya ambición por ser dueño personal de una colonia le llevó a cometer un genocidio tan grande o mayor que los que Hitler y Stalin llevaron a cabo en Alemania y la URSS. Leopoldo se cargó a más de 10 millones de indígenas en su imparable afán de extraer caucho de las selvas congoleñas.

Pero hoy, las acciones vintage más de moda son las que tienen que ver con las corporaciones quebradas en Norteamérica. Los valores de Lehman Brothers, Merril Lynch o Bear Sterns cotizan al alza en este mercado. Y es que el mundo del coleccionismo bursátil es el único lugar en el que las compañías que van bien valen mucho menos que aquellas cuyos directivos las han arruinado. No sin antes llevarse un bonus equivalente al P.I.B. de alguna excolonia belga.