Bibliotecas vegetales

No sólo las almas románticas gustan de coger una rosa y conservarla, seca y aplastada, entre las páginas de un libro de poemas. Los botánicos se dedican a algo muy similar, aunque con fines sumamente prácticos: conocer las funciones y relaciones entre los vegetales o verificar el hallazgo de nuevas especies. Tal es el sentido de los grandes herbarios, enormes "bibliotecas" de plantas prensadas y disecadas que constituyen un sistema de documentación vital en tiempos de una biodiversidad puesta en jaque.

MBG

El investigador Thomas Croat con la planta que se ha convertido en el espécimen seis millones (Foto: Missouri Botanical Garden)

Un digno ejemplo: el Herbario del Jardín Botánico de Missouri (EEUU), que acaba de celebrar el haber alcanzado en su colección los seis millones de especímenes. No es el más grande del mundo (le superan los de San Petersburgo y París, con ocho millones de ejemplares cada uno), pero sí uno de los más activos -un dato lo dice todo: en 1970 contaba con sólo dos millones de ejemplares, y en menos de cuatro décadas ha triplicado sus fondos-. Con el dinamismo y los recursos característicos de la ciencia estadounidense, sus gestores se han lanzado a acopiar plantas de todo el planeta, en especial de los trópicos.

Su última incorporación ha sido una gigantesca arácea recogida por Thomas Croat, uno de sus investigadores, en la selva ecuatoriana, a finales de 2007, y bautizada Anthurium centimillesimum. Como ocurriera con las anteriores piezas de la colección, el espécimen fue prensado con papel de periódico, secado en prensas de madera y congelado para matar los eventuales insectos que pudieran comérsela, antes de ser estudiado y catalogado con toda la información esencial (taxonomía, quién la recogió, dónde, cuándo….)."Momificada" de tal modo, la planta se conservará durante siglos.

La búsqueda de plantas se intensifica. El mentado Croat ha recogido unas 100.000, un récord que le convierte en uno de los recolectores más prolíficos de la historia. "Es una carrera contra el tiempo. Corremos el riesgo de que gran número de especies se extinga antes de que sepamos siquiera de que existen", me dice Mauricio Velayos, director del Herbario del Real Jardín Botánico de Madrid-Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Con su 1.200.000 especímenes, el madrileño se sitúa entre los más importantes de los 3.200 herbarios existentes, entre los que destaca por "el gran valor de nuestras colecciones históricas, reunidas por las expediciones de los naturalistas españoles a partir del siglo XVIII, un activo ausente en los herbarios de reciente creación", apunta Velayos.

Sin estos inventarios la botánica no existiría; y sin ellos difícilmente se habría difundido el conocimiento de las plantas con propiedades medicinales. Queda mucho trabajo por hacer, muchísimos vegetales por recolectar. El número de especies conocidas rondas las 300.000, y se sospecha que resta por descubrir otro tanto. En paralelo, una labor esencial pasa por poner el conocimiento almacenado en esos formidables bancos de datos a disposición de todos los investigadores. Hasta ahora, el trasiego de esa información se realizaba materialmente, mediante préstamos o intercambio de ejemplares repetidos entre las instituciones científicas. El proceso se va acelerando conforme avanza la digitalización de los fondos, tal como ya ocurre en el Botánico madrileño. Reconforta saber que mientras los bárbaros persisten en saquear los tesoros biológicos, otra parte de la Humanidad, tal como los monjes amanuenses del Medievo hicieran con los textos clásicos, consagra sus esfuerzos a salvar lo que se pueda de ellos.