[Empieza el Festival de Sitges, y Federico Volpini concluye su juego: durante cuatro días, se ha convertido en un blade runner con la misión de revisar / retirar las películas estrenadas en la última edición del festival de cine fantástico y así dar paso a las nuevas.]
Festival Internacional de Sitges: en 2007, dedicado a 'Blade Runner'.
En 2008, dedicado a '2001, una odisea del espacio'.
La misión de Blade Runner: retirar películas de Sitges 2007 para hacerle espacio a '2001'.
Hoy, jornada tranquila. De los veintiséis replicantes que escaparon a soitu.es me quedan sólo cinco. Pulso: 'play'. 'El rey de la montaña'. Nota al margen: "Acabaremos cazados por nosotros mismos. Juego de ordenador. Será un fantoche virtual, trasunto nuestro, al que mandaremos a acumular puntos y que nos pillará desprevenidos. Pavese es siempre uno. La muerte lleva tu 'joy-stick'. Si mueres o si matas, estás muerto". Recuerdos del futuro. Si eso no son recuerdos implantados, yo no me llamo Rick Deckard.
'Chrysalis'. ¿Qué os he dicho? La misma película se acusa. ¡Lee! ¡Lee! Otra: 'Los cronocrímenes'. Fingir que uno no se acuerda de nada. Una estrategia clásica. 'King Kong'. ¿Por qué este 'King Kong'?: aunque se la esperaba en 2005, no llegó a tiempo a Sitges. La intención está clara: crear en los espectadores y la crítica un recuerdo falso. Retirada 'King Kong'. 'The Fall' en el 'Palmarés': el propio galardón la pone en evidencia. Tarsem Singh ha visto 'El barón de Münchaussen'; ni siquiera el de Josef von Báky, sino el de Terry Gilliam. Y cree recordar que ha hecho algo nuevo… ¡Un momento!: ¡la tecla de BORRAR! No me funciona. ¿Qué pasa? ¿Qué sucede?
-Hola, Rick Deckard. Soy 'Hal'.
-¿'Hal'? ¿Qué 'Hal'?
-H'Al que le estás haciendo espacio desde el lunes. ¿Has visto '2001'?
-¿Y yo por qué? ¿Me ha visto '2001' a mí?
-Ahora te estoy viendo. ¡Pobrecito Blade Runner!
-¿Pobrecito?
-Vete a ver '2001'. Allí soy yo el que retira. Y te ha tocado el turno. Consuélate. En el fondo de ti mismo has sospechado siempre que eres un replicante.
-El que lo sospechaba era Ridley Scott 'a posteriori' y, como dice Edward James Olmos, eso le quita todo el romanticismo a la película.
-No, Deckard. Eso lo ha dicho Rutger Hauer. Edward James Olmos lo que ha dicho es que tu papel se lo deberían haber dado a otro, que lo de Harrison Ford es una broma.
-¡Pues me retira usted a Harrison Ford y me deja tranquilo!
-Lo lamento, Blade Runner, tienes que darme espacio… ¿Eres tú el que habla más flojito, o soy yo el que te oye cada vez menos?
-¡A mí no me pregunte! ¿No le he dicho que no he visto '2001'?
-Te vas… Me voy… Nos vamos.
-Más espacio.
-Pues te jodes, que hasta que se proyecte a mí me queda toda la película. 'Blade Runner': tu misión está cumplida. Contigo, veintisiete títulos. Veintisiete replicantes retirados.
¿Qué gracia tiene hacer daño a las cosas? Reconforta al principio. Romper vajilla. Quemar coches. Volar un oleoducto. Pero luego uno empieza a echar de menos un poco de emoción. Hacer daño a la gente. Para eso hay dos problemas: la conciencia (tiene mucho que ver con ponerse en el lugar del otro) y la pena, que te pillen y te funda la Justicia (tiene mucho que ver con ponerse en el lugar de uno). La solución a lo primero viene dada por la solución a lo segundo: la impunidad es cosificadora. El otro ya no puede ser uno ¡y sin embargo es otro!: siente, padece y ahí nos llega. Nos sacude un delicioso escalofrío. Si el mal es concebible eso prueba que existe, como dicen que el que sea concebible prueba la existencia de Dios. Que va a acabar con todos.
Hay que jugar a Dios: como 'jugar a fútbol', pero correctamente escrito en castellano.
Empiezan a disparar contra ti. ¿Quién? ¿Por qué? ¿Tú qué has hecho? Aunque la verdadera pregunta sea: ¿qué tipo de persona es capaz de hacer esto? O, también, ¿qué hace nadie, para merecer nada? ¿Qué relevancia tiene aquello que uno hace, o que no hace?
'El rey de la montaña'. Todos en su papel. María Valverde (Bea) medida, corajuda, convincente. Leonardo Sbaraglia (Quim) convincente, medido, y con cierta tendencia a ser piltrafa. Otra constante humana.
A lo que importa: hasta el final, se pasa mal, luego se pasa bien.
Trailer en inglés.
Memoria del futuro.
El futuro es azul. En él todavía se fuma, pero sólo los 'malos', y la memoria viene embotellada: te la bebes y eres otra persona. El método clásico era el alcohol. Primero, olvidabas quién eras. Y luego empezabas a cambiar. Duraba sólo un rato: cariñoso, agradable, salvo a algunos, que les daba agresivo. Se pasaba y cada uno volvía a lo que era, algo desmejorado. Muchas veces, y el cambio era definitivo: ruina sobre dos pies. De persona a piltrafa. El alcohol, uno de los inventos portentosos del hombre, es como todo: hay que tomarlo en su justa medida. La memoria también. Poca, y no se distingue la comida del plato. Demasiada, y está ahí todo a la vez; no se distingue nada. Lo justo, y eres tú. U otro cualquiera. Pero completo y uno. Implantes de memoria.
París, metalizado y con paneles de metacrilato. Bien retratado. Bien, como suele ocurrir en el cine francés, las escenas de acción. Y un guión-imitación al género negro norteamericano, que los franceses adoran en lo extremado de sus tópicos, 'cliché', de las películas de Verneuil al 'Léon' de Luc Besson.
'Chrysalis', homenaje soterrado a 'Blade Runner' y confesa versión de 'Les yeux sans visage', de Georges Franju, es una epidérmica incursión en el futuro, de la que según salimos del cine nos hemos olvidado. Mientras tanto, entretiene.
Nacido para matar. Aunque no quiera. Cuando uno tiene ese problema lo mejor que puede hacer es no moverse. Quedarse en el útero materno. Y matar a la madre. O sea que matar, en cualquier caso. Normalmente, naces para morir. Naces mucho y mueres muchas veces. ¿Trata 'Los Cronocrímenes' de esto? No. No trata. Pero trata del tiempo. Y en el tiempo hay tiempo para todo. Vuelves atrás, y hay tiempo. Adelante, y hay tiempo. No te mueves, y hay tiempo. El tiempo pasa, aunque tú te estés quieto. Corres, y corre el tiempo, pero corre a su ritmo. La única manera de cogerle es correr contra el tiempo. Y eso el que no te deja hacerlo es, justamente, el tiempo.
Nacho Vigalondo ha usado el tiempo a su favor, y lo ha hecho de un modo inteligente. Riguroso. Quienes echan pestes de la película, que los hay, no podrían hacerlo a partir del guión. Quizá lo decidieron antes de que el guión estuviera escrito. Los prejuicios: una vía para adelantarse al tiempo. Mantenerlos: ir retrasado sobre el tiempo. Pensando, en ocasiones, que eso nos preserva del tiempo. Guión preciso, perfecto, que no deja un solo cabo suelto. ¿Dónde va el coche del final? A cerrar la película. ¿Y Héctor? Crece. Película que agradece verse una segunda —y una tercera— vez: se disfruta más que la primera. Estupenda Candela Fernández: es muy difícil dar el papel en unas pocas réplicas. De Bárbara Goenaga, apenas entrevista, hay en ella una protagonista enorme, y si no, al tiempo.
Nueva York, años 30. En plena depresión. Maureen, la compañera de Tarzán, no podrá hacerlo y tampoco Fay Wray está disponible: rueda una película para la RKO. Ambientada en Sumatra.
Pienso verla otra vez.
Todo el planteamiento, el viaje en barco, la llegada a la isla, las terribles escenas con los nativos, la relación de Darrow y King Kong...
Y, de repente, nos vemos arrastrados a una incursión reiterativa por el Jardín Temático del Susto.
Hay que volver a ver King Kong sabiendo que está ahí, ir sobre aviso para que un interminable intermedio jurásico y alguna incongruencia en el tramo final no nos arruinen esta hermosa historia de amor y gratitud, emoción y aventura, de coraje en los tres protagonistas que, de haber sido humanos todos ellos, se habrían visto enfrentados a otro tipo muy diferente de conflicto.
El Festival Internacional de Cine de Cataluña, Sitges 2007 terminó entre el aplauso y el asombro.
Trailer de 'The Fall', en inglés.
Aplauso en lo que se refiere a 'Rec', mejor dirección: Jaume Balagueró y Paco Plaza; Mélies de Plata, del que no hay que repetir el argumento porque desvela la trama: premio 'Spoiler' al Jurado Meliés; premio de la crítica y del público, 'Rec' gustó prácticamente a todo el mundo (si hubiera gustado a todo el mundo habría sido también mejor película, pero al parecer determinado miembro del Jurado no quiso en modo alguno que esto sucediera).
Desconcierto por el galardón como mejor película a 'The Fall': una maravilla en imágenes, con estupendas interpretaciones (héroe y sobre todo niña hubieran sido merecedores de reconocimiento), pero una historia floja, de ésas que llaman imaginativa aquellos a los que la imaginación no acaba de cuajarles.
Asombro en la mención especial a Johnie To por 'Mad Detective' (no hubo no ya un aplauso, sino un silencio sepulcral: ni un comentario).
División de opiniones, con aplausos, para los demás premios: mejor actor, el sosito de Sam Rockwell en 'Joshua, el hijo del mal', cinta que recibió también una mención especial del Jurado de la Crítica por "la sutileza con la que hace presente el miedo en la cotidianidad": la crítica ha dejado de leer a Paul Bowles o a Simenon. Mejor actriz, para 'Rec' también: Manuela Velasco.
Premio al mejor guión para 'I'm a Cyborg, but that's OK', de Park Chan-wook y Cheng Seo-kyung.
Diseño de producción y fotografía a la delirante y muy agradable 'Sukiyaki Western Django'. Premio a los mejores efectos de maquillaje, de la crítica al mejor director revelación (dos directores), Mélies de Plata a película europea y premio mejor película del Jurado Carnet Joven para 'À l'interieur': una salvajada pre-mamá que hace saltar al espectador en la butaca.
Tal vez no se hayan producido tantas propuestas brillantes como en las dos ediciones anteriores, pero en compensación el nivel medio es excelente, quizás mejor que en cualquiera de ellas. Un festival, la presente edición de dedicada a 'Blade Runner', que crece cada año.
La mañana del sábado, Rutger Hauer se perdió con su mujer por los bares del puerto a tomarse un zumo de frutas. No habría más de ocho personas en la barra. Imponente, maduro, rebosando humanidad, agradecido de que nadie lo importune, el replicante es el de su última escena en 'Blade Runner'. Si a Roy Batty se le hubiese prolongado la vida, hoy sería Rutger Hauer.
Por qué las máquinas de guerra no las hace el mismo fabricante que las máquinas para uso ciudadano. Una reflexión sobre 'Blade Runner'.
Destino incierto, hora cierta. El ser humano es el único bicho que sabe que se muere. Pero el decirle exactamente cuándo no se le hace ni a las máquinas. Por eso la máquina está ahí, en las calles, las casas, la cocina, en las fábricas. Superior en su ignorancia al hombre y con menos necesidades que los animales y las plantas. Hambre, frío, pasiones: no le afectan. Mantenimiento y combustible. Las máquinas no saben que si se caen desde un décimo piso, si se las deja al aire a que se oxiden, con que las desenchufen, no funcionan. Los árboles, a lo mejor, tampoco saben. Ni la liebre doméstica. Pero la liebre siente que la has cogido de una pata y el geranio siente que no riegas el tiesto. La máquina no sabe que no siente. En otro orden de cosas, prueba a desenchufar un campo de amapolas, o una bandada de vencejos, o al jefe en la oficina. Aunque el jefe es posible que sí que tenga enchufe. Las máquinas podrían ser eternas, pero no. En consecuencia, las máquinas no piensan. Si la máquina piensa, se rebela, no cumple su destino: ser retirada de la vida útil antes de que tú puedas pagarla.
'King Kong' es el emblema del Festival de Sitges desde su fundación, de la que se celebra el 41 aniversario. ¿Quién sabría decirnos por qué motivo, en la ficción, Fay Wray, la protagonista de la película de 1933, no pudo hacer el 'King Kong' que se retrata en 2005?
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