[A punto de arrancar el Festival de Sitges, Federico Volpini propone un juego: se convierte en un blade runner con la misión de revisar / retirar las películas estrenadas en la última edición del festival de cine fantástico.]
Festival Internacional de Sitges: en 2007, dedicado a 'Blade Runner'.
En 2008, dedicado a '2001, una odisea del espacio'.
La misión de Blade Runner: retirar películas de Sitges 2007 para hacerle espacio a '2001'.
Hoy me he vuelto a quedar sin sopa y sin fideos. 'Gaff'-el-entrometido aparcó justo sobre mí. Me fastidian esos nuevos modelos que no tocan el suelo. Colgados ahí arriba, a medio palmo de tu cráneo, y el hablar con el conductor o el pasajero da tortícolis. Personalmente llevo las cervicales hechas polvo. Un oficio de mierda.
Retiradas: 'w∆z', 'Halloween: el origen', 'El orfanato', 'À l'interieur'. Tratan, las tres primeras, del pasado, y la última del pasado y del futuro: un niño. De existir el pasado ocuparía el espacio del presente, porque dos realidades no pueden ocupar el mismo espacio. Y el futuro, a quitárnoslo, pero que no ha llegado todavía. Ambas son experiencias imposibles.
En pantalla 'Black Christmas'. De nuevo uno que viene de otro tiempo. Nos pasa a todos, sí; aunque sostengo, de acuerdo con las autoridades, que el replicante procede de sí mismo y lo que fue se le inventa. Aquí, lo inverosímil es lo que sucede. ¿Puede implantársele a alguien su presente? 'First Snow': por esta vez, de acuerdo con el informante. Un pasado continuo, al que se finge regresar. Como 'El último justo' o 'La habitación de Fermat': pasado que no pudieron vivir juntos. 'Cassandra´s Dream'. ¿Lo que sucede hoy influye en lo que sucedió ayer, porque entonces sabías cómo y qué que iba a pasar? 'Aparecidos'. Memoria colectiva para los que no la tienen propia. 'Escaparate': aquí no hay subterfugios. Lo que la cámara retrata. Eso son tus recuerdos. Y lo que ahora estás viendo (los recuerdos que la cámara ha creado) serán tus recuerdos de mañana. Retirada 'Redacted'.
Una duda me inquieta: ¿estuve en Sitges? No quiero ni pensarlo.
Papá Dedos Largos
Vuelta a casa. Es Navidad. ¡Qué bien! Las chicas guapas van a colgar del árbol. La marcada preferencia que los asesinos —y asesinas— del cine sienten por los rostros femeninos agraciados y los cuerpos turgentes, con tendencia a gastar poca tela en la ropa, se entiende porque los asesinos son muy considerados con la taquilla. El asesino y la asesina piensan: "Si mato es para que me vean. El mayor número posible de gente". Eso es taquilla. No sólo que vengan a verte, sino que paguen por ello. La perversión del asesino corre pareja con la perversión del espectador. No en el cine: en la vida real. Supongamos que se pudiese anunciar una agresión mortal y que ir a verlo no fuera delito. La calle, el piso, el sótano del asesinato, a rebosar. Pagando. Y el espectáculo arruinado, porque la víctima, al ver tanto público, entraría en sospechas y no iría o saldría corriendo. Así que la única manera de perpetrar asesinatos de pago y con audiencia es que la víctima se escoja entre los asistentes. Los que van a verlo. A partir de la primera vez, o de la quincuagésimo tercera (hay gente a la que le cuesta que algo le entre en la mollera), el público del crimen sabría que le puede tocar. Es la emoción perfecta, que proponemos a los emprendedores.
Residencia universitaria de estudiantes-bombón y antiguo domicilio de psicópata recibe la visita de la muerte. La película se ha visto 1767 veces. Sobraba en todas ella. En ésta, además, sale la cosa por un ojo de la cara. De las caras.
La cosa es que el destino no sabe lo que hace. En cualquier juicio, el destino es absuelto. Seguramente estaba allí, aunque cada testigo lo describe de un modo diferente, pero ¿participó en los hechos? Suele ser la persona quien busca su destino. Sin saberlo tampoco. Y tal vez es mentira que el destino sea en principio ineludible. Puede que antes de dar determinado paso tuviese uno delante y accesibles destinos diferentes, pero parece claro que si el paso se da, o si no se da el paso y se queda uno en el lugar por el que pasa su destino, el destino lo atrapa a uno. Donde uno vaya. Donde uno no se mueva.
Es curioso que dos películas de pulso e intenciones tan distintas y procedencias tan alejadas como 'El orfanato' de Juan Antonio Bayona y 'First Snow' salgan de un mismo sitio y surtan resultados similares.
Al final no importa lo que hagas: los acontecimientos van haciendo por ti. A la pregunta "¿a quién pertenece lo ocurrido?" sólo puede contestarse: "yo no he sido", aunque lo malo es que sí que has sido tú.
'La habitación de Fermat'. ¿Está él en casa?
Por tracción se desplazan las paredes: es la única manera de que las cuatro paredes de una habitación se vayan acercando. No pueden deslizarse hacia delante: chocarían, sino lateralmente y jamás empujadas, sino tirando de ellas. El cartel de 'La habitación de Fermat', irreprochable. Cuatro renombrados matemáticos, tres hombres y una mujer, encerrados en un cuarto a resolver enigmas, mientras el cuarto disminuye de tamaño. Si se utiliza la lógica como argumento la lógica no puede fallar. No puede. No se puede confiar, por la benevolencia de los espectadores, en la titubeante y siempre —más que tramposa— inverosímil relación entre los personajes. No es de recibo resignarse a la propia lógica interna de la historia —tan forzada—, hasta ese final fácil, decepcionante, que hubiera debido responder también a un juego lógico, al punto de que todos los demás no fuesen sino distracciones que lo ocultan.
Pero esto no se cuida.
Parece que la idea de partida, interesante, y la frase final, previsible pero eficaz, hayan deslumbrado a sus autores, Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña, impidiéndoles centrarse en contar su historia. La tensión misma se resiente de las múltiples digresiones con las que se quiere justificar la trama.
El éxito pertenece a quien se arriesga.
Seguro que la próxima es una película estupenda.
Veamos: en la Tierra hay 36 Justos. Ya no. Generación tras generación, una secta que cree que lo mejor que puede hacerse con el árbol para que no tenga enfermedades es talarlo, los ha ido exterminando. Cuando no quede ninguno, el mundo se destruirá y podrá renovarse. Problema: o se hace según el ritual o, al morir un Justo, otro nace en algún lugar remoto. Ramala Lama-lama Dindong. Espeluznantes diálogos, fea fotografía, recursos inauditos —un 'flash back' que muestra con un círculo sobreimpreso dónde cayó un objeto—, para un divertimento que, de puro esperpento, resulta divertido.
Sobre cualquier otra pulsión del intelecto, la curiosidad te lleva a lugares insospechados. Por ejemplo, si uno se dice a sí mismo "Woody Allen" y luego se pregunta qué sucede con él, la cuestión lo deja a uno en las playas devastadas por efecto del asombro. En este inicio de siglo, en el que todo parece remitirse a la experiencia cotidiana, retratar lo que cada uno es, de forma que cualquiera pueda encontrarse en las imágenes, de ser posible hecho una auténtica ruina, peor de lo que está, como podrías estar si, después de perder la batalla cotidiana, llueve mucho y te has dejado la llave de casa en la cartera que un taxi acaba de llevarse, en este inicio de siglo del que se exige en el cuento —el cine, la novela— el tedio insoportable/confortable del paso de los días, sorprende que no guste 'Cassandra's Dream', de Woody Allen: lo que es, y como es, en una circunstancia que hace de lo que es una experiencia incómoda. Librados a la necesidad, ¿qué hacemos? ¿Somos nobles, nos sacrificamos por el otro, obedecemos al Imperativo Categórico, o cada uno tira para sí mismo?
Personalmente la realidad, como argumento, no me motiva mucho, pero, en este principio/fin de siglo, ¿qué es lo que molesta de 'Cassandra's Dream', de Woody Allen? ¿No será que lo que se esperaba de Allen es, justamente —por el humor, la desmesura, la inteligencia—, que trascendiese la realidad? Se queda en ella. En este principio-fin de siglo, que lo niega, eso es lo que no se le perdona a Woody Allen.
El tiempo es el lugar en el que pasa todo. Huir del tiempo es algo que sólo puede hacerse saliéndose del tiempo. Un proceso mental, porque del tiempo sale sólo la conciencia de ser. Se muere uno y todo lo que deja tras su muerte, en el tiempo queda. Los bienes terrenales, para el tiempo de aquellos que los pillen. Los bienes corporales el tiempo los disgrega y los mete otra vez en el tiempo. A circular. Los bienes espirituales, la bondad, las maldades, el tiempo los conserva, de preferencia las maldades, que están en el origen de nuevas cadenas de maldad y que son con frecuencia producto de cadenas de maldad anteriores. La huella que dejamos y la huella que en nosotros deja el tiempo.
Son los años 60. En Argentina, el tiempo no era bueno. Preguntarse por qué es conjurar el día de la bestia. Yo creo que llovía. La bestia chapotea en el barro, donde la tierra se mezcla con el agua y con la sangre.
Vuelta atrás en el tiempo de la que lo único que chirría es lo muy inverosímil del hombre con poder que se molesta en perseguir personalmente (y un, creo, 'detrás mía'). Por lo demás, Ruth Díaz, Javier Pereira, ¡la niña!, madre, padre, los efectos, ritmo, clima: una propuesta diferente que debería tener (cabe esperar que tenga) una buena acogida.
Trailer de 'Redacted'.
No es que haya empezado hoy. El criminal no ha pasado de evitar testigos a querer que todo esté grabado. Del criminal que no quiere que le pillen al que quiere que todo el mundo sepa lo que ha hecho va la distancia de la soledad. Va de "¿quién mató a Kennedy?" al tipo que mató a John Lennon, al que intentó matar a Reagan, a los que se ponen a pegar tiros en un supermercado, en un colegio, al precio de morir si se da el caso, pero morir para la fama. Morir en la televisión, en los periódicos, morir en las portadas de las revistas: "Ha muerto Fulanita" "¡Cuánta gente!" ¡Qué envidia, Fulanita!
Que el criminal quiera ser conocido desde la impunidad no es nuevo: Jack el Destripador, sin ir más lejos. Tampoco que lo busque con el carnet de identidad en la boca: el bobo que quemó el templo de Afrodita para que los siglos conocieran su nombre. Conmigo que no cuente. Pero la víctima también desea ser protagonista. Se quiere postular: "Yo, víctima". "Perdón: ¿quién da la vez?" Es el vacío existencial que hay que llenar con la mirada de los otros. Hoy. Ayer. Desde el principio de los tiempos. Lo que va del que hace el mal porque lo quiere, al que hace el mal, o lo recibe, para que lo quieran.
Alguien que no debía haber nacido.
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