Es difícil decir que aquí pasan cosas, pero pasan

POITIERS (FRANCIA).-  La inauguración del Teatro Auditorio de Poitiers, TAP, ha sido, sin duda, el evento del mes. La ciudad, siempre tan silenciosa y tranquila, ha cobrado vida para dar la bienvenida a este nuevo espacio. Imponente y moderno, el edificio rompe con toda la arquitectura vetusta y húmeda de la ciudad antigua, y en su interior, cada rincón ofrece una plaza para que artistas locales y extranjeros muestren su arte.

Así luce el TAP de Poitiers.

Las calles aledañas al nuevo edificio estaban decoradas con globos de colores e instalaciones de nuevos artistas. Así que, de camino, podrías tropezar con grandes estructuras de cobre y metal. Confieso que no entiendo mucho de arte conceptual y me parece confuso que cualquier artefacto que yo pudiera tener en mi casa haga parte de una compleja obra de arte, pero ahí estaban, una cuerda, un letrero al lado de una puerta abandonada; tal vez, una cortina de flores colgando; tal vez, esas piezas que quieres interpretar, pero no puedes. En fin, supuse que todo hacía parte de la fiesta del día. Del único plan para hacer en meses en la pequeña 'ville' francesa que cada día está más fría.

Si vienes a Poitiers en septiembre, no dudes en empacar muchos abrigos y un paraguas para los días en que debes alternar el calor y el frío. Las bufandas también pueden ser unas buenas aliadas, en los días en que sales muy tarde por la noche y no hay cómo volver a casa, porque los buses sólo pasan, con suerte, hasta las 10 de la noche. Luego, debes buscar el famoso y pocas veces visto: Noctambus. Tal vez, ya pueda recitar los horarios de las dos rutas nocturnas, no sé si porque añoro demasiado poderlos usar o porque de tanto ver cuánto se demoran, terminas por aprenderte el libro de horarios del transporte, que la alcaldía hace circular entre los que vivimos aquí. Como siempre, todo parece organizado y tan sincrónico.

Sí, vengo de una ciudad colombiana en donde la gente, lamentablemente, detiene el bus en cualquier parte, así que, por mucho que vea el libro, siempre llego a la parada del bus a esperar. Nada aquí pareciera estar improvisado, sólo yo.

Cosmovisión (Flickr)

Hay mucho que hacer dice David, un colega peruano. Dice que hará un cuadro con todas las actividades culturales que ofrece la 'ville' y ha recopilado todos los folletos promocionales que recoge en las calles, cines y cafés y que dicen "todo lo que hay que hacer en materia de entretenimiento". En la agenda figuran desde conciertos de jazz, exposiciones de arte, hasta visitas guiadas por monumentos e iglesias (éstas no pueden faltar). ¿Habrá que entender mucho de arte para sobrevivir aquí?

Durante la inauguración del TAP, decidí ir a un concierto. Quería escuchar una canción francesa en vivo, que no fuera como lo de Carla Bruni, por aquello de practicar el nuevo idioma que aprendo. Llegué puntual, como intento serlo, desde que vivo en 'la Francia', ordenada y discreta. Sin embargo, la cantante no cantaba. Nuevamente había cometido un error de interpretación y sólo vería a una mujer tocar el saxo. Era jazz y la pasé bien, en el salón abarrotado de gente, que decide volcarse a conocer la nueva edificación: lo nuevo, de lo viejo. Noté que éramos sólo dos negros en el recinto. En esta clase de eventos culturales, es más fácil notar estas diferencias.

Al final, aplausos para la buena música, fuegos artificiales para dar la bienvenida al nuevo auditorio, gente alegre, niños con globos, personajes de boina, pelo largo y postura intelectual. Esa gente que uno piensa que, seguro, sabe mucho de arte…sí, mucho performance y euforia en la ciudad que no grita.

Camino por las rutas angostas, es de noche y he perdido una vez más el bus. El Noctambus pasará en media hora. Tiempo de sobra para llegar a casa caminando. No hay tiempo que perder... aquí hay mucho por hacer.