Almodóvar, vodka y David Delfín

Bosé, Bibiana, Alaska, Rossy de Palma... La colección de mitos patrios de los 80 sentaditos en primera fila del desfile de David Delfín en Cibeles. El sonido de una mascarilla de oxígeno a todo volumen. Vodka gratis y la sensación de que ya es hora de dinamitar Cibeles.

Quien haya visto alguna vez 'Entre fantasmas' o 'Medium', dos series muy en boga en la televisión, comprenderá lo que supone percibir que has cruzado al otro lado, al mundo de los espíritus. Entrar en la renovadísima, según la propia organización y la mayoría de los medios de comunicación, Cibeles Madrid Fashion Week resulta estremecedor. Ya no valen las comparaciones con 'Atrapados en el tiempo' y el cinematográfico Día de la Marmota. Lo que está de moda es hablar de muertos. Tú mismo, te conviertes en un espectro que se resiste a admitir su estrenada condición. La estrella mediática del día es David Delfín. Su colección se merece un corner en El Corte Inglés ya. Rosa empolvado, beige, negro y blanco. Hasta las típicas delfinadas marca de la casa se han echado en falta. El renqueante latido de un corazón en las últimas y el tétrico sonido de la respiración tras una máscara de oxígeno, de fondo, resultaba una certera alegoría. No hace falta que un médico firme el acta de defunción para certificar que la que nos venden como gran pasarela española, de gran proyección internacional, no existe. Menos mal que estaba allí Pedro Almodóvar y su troupe.

(EFE)

La troupe Almodóvar en primera fila.

De derecha a izquierda: Asdrúbal, Bibiana Fernández, Pedro Almodóvar, Juan Gatti, Elena Benarroch, Alaska, Mario Vaquerizo, Beatriz de Orleans, Rossy de Palma, Miguel Bosé, Antonia San Juan, Paola Dominguín, Juana de Aizpuru. Una primera fila de escándalo que distraía la atención de lo supuestamente importante, la propuesta del considerado enfant terrible por las viejas glorias. Una estrategia genial. Como la colección no vale la pena, mejor que los presentes se centren en el aclamado director de cine y su corte. En el besamanos que se monta tras el desfile corre este año el vodka Grey Goose en lugar del Moët & Chandon. Cuentan en los pasillos que la organización pidió el doble de dinero a la marca de champagne y ésta, levantó el tenderete. Cotilleos aparte, el pedal está asegurado. Medio vaso largo de vodka y medio de naranja contribuyen a que el personal esté achispado desde primera hora de la mañana. Las lenguas se afilan por obra y gracia del alcohol y se escuchan comentarios como 'aquí lo que hay que hacer es poner una bomba'. El champagne invitaba a filosofar y a buscar soluciones para potenciar la industria de la moda y la creatividad. El vodka empuja a la acción. Mientras, Almodóvar se escapa por la misma puerta que usan los camareros para entrar y salir con las bandejas. Muy peliculero. Los Cabriolets, el grupo de Bimba Bosé y su marido, actúa a las cuatro de la tarde. El potente glamour de la socia de Delfín se esfuma micrófono en mano. Quienes hace unos minutos criticaban su excesivo índice de masa corporal como modelo, alucinan con la inseguridad que gasta como cantante. Demasiado verdes hasta para sus fans.