BELFAST (IRLANDA DEL NORTE).- Durante las décadas de los 70, 80 y principios de los 90, Belfast era zona de guerra. Coches bomba, tiros en la nuca, manifestaciones diarias y militarización de las calles formaban parte del paisaje cotidiano de una ciudad que todavía no se había recuperado de la gran crisis industrial que la había azotado décadas atrás. En 1998 llegó el Acuerdo de Paz de Viernes Santo, el fin de la lucha armada y la relativa normalización política. Han pasado 10 años y la antigua capital del lino se ha convertido en la ciudad de moda del Reino Unido. Así la bautizaba recientemente en un reportaje a todo color The Guardian.
Las famosas grúas de la industrial Belfast.
Hay quienes vienen para conocer en primera persona esa ciudad vista infinidad de veces en los noticiarios, pero otros también se sienten atraídos por su famosa vida universitaria, por sus precios imbatibles en comparación con Londres y Dublín o por su rico entorno natural.
Éstas son algunas de las posibilidades:
La hora de comer es siempre un suplicio si te encuentras en territorio británico. O te conformas con la fritanga que te van a ofrecer en el 80% de los locales que visites, o tu bolsillo se resiente, y mucho en aquellos restaurantes que sirven sensatos platos de inspiración continental. En la agradable Botanic Avenue encontrarás más de un lugar que se sale de la odiosa disyuntiva. Te recomendamos The Other Place, un local de estilo americano donde no sirven alcohol, aunque te permiten traerlo de fuera. La carta es variada, pero están especializados en pastas y hamburguesas. La lasaña es especialmente recomendable.
Si eres sibarita, tienes que pasar por aquí.
St. George's Market es el templo de productos gastronómicos para los sibaritas. Se trata del último mercado victoriano cubierto de Belfast, un edificio decimonónico de visita obligada. Es, además, el lugar ideal para observar a los locales en el trajín de la compra, la venta y la subasta. El mercado se promociona como el mejor lugar del Reino Unido para la compra de pescado fresco. Los sábados también se venden productos continentales y organizan espectáculos musicales. El mercado fue morgue improvisada durante los bombardeos sobre la ciudad por parte de los nazis en la II Guerra Mundial. A escasos pasos del río, detrás del Hotel Hilton.
La riberas del río Lagan no son especialmente bonitas, pero un paseo por la zona merece la pena, aunque sólo sea para divisar en el horizonte las mastodónticas grúas de la compañía Harland and Wolff, en cuyos astilleros se construyó el malogrado Titanic. Las grúas, de nombre Sansón y Goliat y de un amarillo chillón visible incluso en googleearth, son uno de los puntos de referencia del skyline de Belfast. Recorriendo el paseo, se pueden contemplar diversas esculturas y edificios de nuevo cuño, erigidos bajo el ambicioso plan de regeneración de la zona, conocida como Titanic Quarter. El edificio estrella es el Waterfront Hall, una mole circular rematada con una gigantesca cúpula. Allí tienen lugar conciertos, exhibiciones y conferencias.
El mural de Bobby Sands, en la sede del Sinn Fein.
No se puede visitar Belfast y dejar de ver las zonas de los murales. Aunque las pintadas están diseminadas por toda la ciudad, las dos áreas principales son Falls Road (comunidad católica) y Shankill Road (comunidad protestante). Ambas zonas se encuentran al oeste de la ciudad, separadas por apenas 500 metros y una calle, territorio de nadie, en la que antes se levantaba un muro divisorio. Conviene empezar por Falls Road, en cuyo acceso desde el centro se encuentra la Divis Tower, una torre de viviendas de protección oficial en cuyo ático, expropiado a sus inquilinos, el ejército británico dispuso de un puesto de vigilancia privilegiado durante décadas. Puesto, dicho sea de paso, al que sólo podían acceder en helicóptero. La calle, de un aspecto bastante destartalado y marginal, es una sucesión de murales en favor de la causa republicana e irlandesa.
En esta zona puedes visitar la sede principal del Sinn Féin y hacerte fotos junto al mural de Bobby Sands, preso político del IRA que murió mientras realizaba una huelga de hambre, y que se ha convertido en uno de los principales mártires republicanos.
Para visitar la zona protestante de Shankill, dirígete a Northumberland Street, cruzándola de sur a norte. El ambiente en la zona protestante es algo más pintoresco y animado que en Falls Road. En la calle abundan los comercios y los pubs en un colorido paisaje rojo, azul y blanco, colores de la omnipresente bandera británica. Los murales de Shankill, también más abundantes en número, muestran a desafiantes encapuchados armados en defensa de la reina de Inglaterra y de la unión del Imperio Británico. Las pintadas tienen un tono más violento y amenazante que las de la vecina comunidad católica, y en todas está siempre especificado el batallón al que pertenecen los voluntarios del Ulster, en una sucesión de siglas indescifrable.
No hace falta que caiga la noche para acercarse a 'The Crown, el pub más antiguo de Belfast. Aunque caída la tarde, y aumentado el nivel de alcohol en sangre de los parroquianos, es cuando más divertida será la visita a este sitio con solera, donde es obligatorio probar la Guinness y comer pan de soda.
Aunque es de sentido común, no es recomendable hablar de política en los pubs de Belfast. Mucho menos hacerlo en las 'zonas calientes'. Aunque tu interlocutor enseguida cambiará de tema si se menciona la palabra, conviene no insistir. La experiencia demuestra que, tanto en Falls Road como en Shankill, los lugareños te mirarán extrañados en primera instancia, pero les hará gracia saber que eres un extranjero interesado por su ciudad, y los españoles son bienvenidos. No es difícil entablar conversación, aunque sí lo es entender el acento norirlandés.
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Antes de que acabe el año, viviendo en Dublín , le debo una visita a Belfast. Me lo pongo en favoritos, seguro que le saco partido a tus consejos. +
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