PEKIN (CHINA).- Las últimas 250.000 entradas para ver las competiciones olímpicas de Pekín han volado. Era la última tanda de tickets (820.000 si se tienen en cuenta los de eventos en otras subsedes olímpicas), la última oportunidad para muchos chinos de lograr el acceso a los estadios, de ver en directo ese evento por el que su país se ha gastado más de 40.000 millones de dólares, y por el que tantos de ellos están sufriendo todo tipo de engorros.
Largas esperas para comprar entradas.
Hay quien llegó a esperar más de 24 horas, durmiendo al raso primero y, después, tras la salida del sol, sufriendo un calor pegajoso. Miles de chinos de a pie, aquellos que no han sido invitados por sus empresas, que no son lo suficientemente importantes para que les obsequien con una entrada o que no han podido comprarlas antes por internet, sea porque la fortuna no les acompañó en los sorteos previos o porque, simplemente, no tienen acceso a un ordenador.
Si defender un centímetro cuadrado en el metro de Pekín en hora punta ya es toda una batalla, no parece extraño que, al abrir las taquillas, la paciencia acumulada se transformase en nerviosismo y muchos rompiensen a empujar, pisar y defender con uñas y dientes su posición en la cola.
A ratos, se hizo contra la barrera policial, que más de uno, como un fotógrafo de un diario de Hong Kong, se intentaron saltar. En el tira y afloja, la cámara de un equipo de televisión extranjero acabó en el suelo. Quizás son cosas inevitables cuando se organizan unos Juegos en la megapoblada China.
Imágenes en inglés sobre las colas para comprar entradas
Las autoridades habían anunciado penas muy duras contra la reventa, pero, el pasado fin de semana, las inmediaciones del Estadio Nacional era un hervidero de corrillos donde el regateo alcanzaba cotas récord. Especialmente cotizados resultaron los tickets para las pruebas del Nido de Pájaro o el Cubo de Agua, las dos joyas arquitectónicas de Pekín 2008.
De lo que no encontramos ni rastro fue de alguna entrada para la final de los 110 metros valla masculina, donde toda China espera vibrar con el héroe nacional del momento: Liu Xiang. En internet, sin embargo, las entradas han aparecido en algunas webs de subastas por 9.000 yuanes, más de 11 veces su precio oficial.
Allí, testigo del desbarajuste, permanecía Chen Gang, que ha visto crecer el Nido de Pájaro y el Cubo de Agua como dos hongos prácticamente bajo su balcón. Día tras día ha sido testigo de cómo un erial se convertía en recinto olímpico.
Chen observaba con una media sonrisa dibujada en la cara. "¿No quiere comprar entradas?" "Sí, pero con esto no puedo", me dice señalándose con malicia el abultado barrigón. "En estas condiciones sería una locura esperar bajo el sol".
No es que le sobre, pero Chen tiene el dinero suficiente para ahorrarse la noche de espera. Cuando apareció un sichuanés con dos entradas para la final de baloncesto femenino, Chen lo asaltó ofreciéndole cuatro veces más su precio.
El joven, con aspecto de haber sobrevivido a una batalla, no lo dudó. Recogió su dinero y volvió sobre sus pasos para regresar a la cola. "Pero, ¿dónde va?", pregunto a Chen, que para entonces luce sonrisa completa. "A pasar otra noche y conseguir otras dos entradas. En un par de días puede ganar 1.000 yuanes, que en su pueblo son una fortuna".
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Martín Xiaobao es el nombre de guerra de un reportero fascinado por China, sus gentes, idioma, cultura y su gastronomía. Con sus palillos, y desde la trinchera de un 'hutong' pekinés, seleccionará lo más apetitoso de cuanto acontezca en la capital olímpica alrededor del 8 de agosto de 2008, el carismático momento elegido por Pekín para mostrarse al mundo.
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