En la galería de villanos del cambio climático, el carbón arrastra la fama más infame. Al oscuro mineral -emblema de la Era del Carbono a la que tantos quieren poner fin- se le acusa de ser el más sucio de los combustibles. Pese a ello, el aumento de los precios del petróleo ha provocado que muchos países vuelvan la mirada a este recurso natural.
En efecto, se viene hablando del renacer de la energía nuclear, cuando el renacimiento más impetuoso lo está protagonizando el combustible más antiguo de la Humanidad. A su favor juega la existencia de unas enormes reservas, que garantizan el abastecimiento hasta el próximo siglo (o hasta el siguiente, de acuerdo con otros cálculos). Además, resulta barato -si no tenemos en cuenta los costos medioambientales, claro-: en Japón, generar electricidad a partir del carbón cuesta un tercio de lo que supone hacerlo del gas natural, y en Gran Bretaña, la mitad. Eso sí, emite el doble de CO2 que el metano, por no hablar de las emisiones de azufre.Hoy, el 27,8 por ciento de la energía consumida en el mundo procede del carbón.
A la cabeza de los carbono-adictos se sitúa China: el año pasado instaló más centrales térmicas que Gran Bretaña en toda su historia, al ritmo de una cada diez días; en 2009, y pese a sus vastos yacimientos, la potencia asiática deberá importar carbón porque su producción no da abasto con la demanda interna (ella sola consume el 70 por ciento del carbón producido anualmente en el mundo).
India, por su parte, se ha propuesto levantar una de las centrales térmicas más potente del mundo, el proyecto Tata Tundra, con una capacidad de 4.000 megavatios (este país depende del carbón para producir el 55 por ciento de su electricidad).
No son los únicos. Estados Unidos -poseedor de las mayores reservas mundiales- obtiene el 48 por ciento de su electricidad quemando carbón, un porcentaje que subirá a 54 por ciento en 2030, pronostica la 'National Mining Association'. Para ello se están ampliando las centrales existentes o construyendo otras nuevas (el proyecto más ambicioso, las dos plantas de North Carolina, aportará 1.600 megavatios, más que una central nuclear). Con tal horizonte, los grupos ecologistas están reclamando una moratoria de la apertura de nuevas plantas, hasta que se logre reducir sus emisiones.
La ecologista Europa no va a la zaga: el gobierno británico ha aprobado el emplazamiento de una planta térmica en Kent, y proyecta otras siete similares. En Italia, la compañía Enel está adaptando al carbón sus usinas eléctricas alimentadas con fuel. Leo en 'Cinco Días' que en el Viejo Continente se construirán unas 50 centrales de carbón en los próximos cinco años. Paradójicamente, el rechazo social a la energía nuclear parece haber hecho más atractiva esta opción (por lo menos, de cara a las autoridades).
España no permanece al margen de la tendencia. En 2007, la utilización de carbón se incrementó en 8,8 por ciento.
Por supuesto, los promotores de esta expansión llevan adelante sus planes sin dejar de hablar de su confianza en las futuras estrategias para "limpiar" el carbón (enterramiento de CO2 o gasificación); todas muy prometedoras, pero aún en pañales.
España no permanece al margen de la tendencia. En 2007, la utilización de carbón se incrementó en 8,8 por ciento, según se recoge en el informe elaborado por Comisiones Obreras y 'Worldwatch España'. Dicho año, el mineral proporcionó el 13,7 por ciento de la energía consumida, más del doble de lo suministrado por las energías renovables (6,9 por ciento), pese a su tan cacareado crecimiento. O sea, mientras en las ciudades españolas se cierran las calderas de carbón, se multiplican los quemaderos de este combustible fósil, cuyas emisiones eclipsarán el ahorro obtenido con el abandono del viejo sistema de calefacción. Curioso, ¿no?
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Me parece de un cinismo enorme penalizar la energia nuclear para suplirla por el carbón. +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA) casi la mitad de la energía consumida en los hogares españoles se debe a la calefacción y en la mayor parte de los casos no se hace de manera eficiente.
En: Twenergy
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