ESTAMBUL.- Yo, si fuera Luis, contrataría a la agencia de publicidad Sra.Rushmore, unos señores casi alquimistas, con una identidad ligeramente atlética y dorados por una simpatía impropia para su profesión. Les pagaría lo que me pidieran, sin grandes tensiones negociadoras, porque téngase en cuenta que con la paga del Fenerbahçe Aragonés se convierte en la más firme promesa senior para rebasar a Emilio Botín en la lista Forbes ibérica. Les contrataría para explicar a mi mujer y a mi icónico preparador físico por qué demonios hacemos el 'Erasmus' con los 70 años cumplidos.
¿Están preparados los turcos para Aragonés?
Los nietos publicitarios de Rushmore, sobrados de talento, muy pronto negarían que el dinero fuera el oscuro impulso de Luis hacia Turquía. En seguida encontrarían un motivo con la suficiente carga emocional como para convencer, vía spot, a los más indecisos. Y ese motivo sentido no es otro que los lazos estrechos entre el Atlético de Madrid y el Fenerbahçe SK, tan evidentes que apenas se comprende cómo no se han hecho públicos hasta ahora.
El chaval de Hortaleza, cuando aterrice en uno de los aeropuertos más extraños e intrigantes del mundo, el de Estambul, pronto se dará cuenta de las similitudes entre el equipo de toda su vida y su nuevo club turco. Porque los Yellow Cannaries, igual que los colchoneros, han unido su centenaria historia (el Fenerbahçe cumplió los 100 el año pasado) a unas raíces canallas, callejeras, de taberna y de ropa raída, frente a un ideario más o menos fidedigno que ubica al Real Madrid y al Galatasaray en la sala noble de un palacio austrohúngaro.
Las similitudes no acaban en la latitud ideológica. En las oficinas del Şükrü Saraçoğlu (el estadio del Fenerbahçe, como el Vicente Calderón, rinde homenaje a un ex presidente del club) Zapatones se topará con Aziz Yıldırım, el presidente de la entidad. Un hombre con rostro escasamente otomano, de facciones polacas, ex futbolista, empresario de éxito y, como Jesús Gil, experto cirujano capaz de deformar a un equipo de fútbol en un carrusel errático de celebridades. El fallecido o emigrado a una isla tropical Gil y Gil y Aziz Yıldırım nacieron con la megalomanía insertada al ADN. Así se explica la sucesión de muchachos famosos que durante su mandato han jugado en la escuadra asiática: Ariel Ortega, Kenneth Andersson, Haim Revivo, Serghei Rebrov, Pierre van Hooijdonk, Alex de Souza, Stephen Appiah, Nicolas Anelka, Mateja Kezman o Roberto Carlos. Fichajes impactantes en su momento, pero con rendimiento deficitario en la mayoría de los casos.
Y mientras a la familia Aragonés la intentan convencer con el fundamento emocional y la insostenible relación entre Atlético y Fenerbahçe, en Estambul la noticia se ha recibido con un poderoso descreimiento. La edición deportiva de Hürriyet o los temáticos Fanatik y FotoMaç están confundiendo a la hinchada, que no sabe si el nombre del nuevo entrenador es «70» (…años) o Luis. La militancia, resignada y enfadada tras perder la Liga con una plantilla adicta al dólar (el buen papel en Champions apenas ha atenuado el cabreo), comienza a creer que su club se ha convertido en un hotel cutre con noches temáticas. A mediados de los 90, comenzó la velada brasileña, con el desembarco de los técnicos Carlos Alberto Pareira y Sebastião Lazaroni, que tuvo su máximo apogeo estos últimos años, con Zico de entrenador y una terna brasileña y aburrida comandada por los Alex, Deivid, Mehmet Aurelio o el disperso İlhan Roberto Carlos. Llegados a este punto, los calurosos hinchas se preguntan: ¿se han acabado los bailes brasileños?, ¿comienza la danza española con Luis Aragonés y quizás Güiza-NuriaBer? De momento, y hasta que a Aziz Yıldırım decida fichar a Oleguer o a Michel Salgado, el delirante Estambul («la delirante" según Bibiana Aído) seguro que se regodea por haber atrapado, cual planta carnívora, a una nueva rara avis entre sus líquidas paredes.
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