El barrio de Kallio: degradado y olvidado ayer, pijo y bohemio hoy

HELSINKI (FINLANDIA).-  Casi todas las grandes ciudades de Europa tienen hoy en día, panoramas de la postmodernidad, un distrito o barrio, generalmente cercano al centro de la ciudad, que no hace ni tres décadas solía ser un barrio obrero, lleno de trabajadores industriales cuando éstos aún existían o, al menos, cuando aún tenían conciencia de serlo, y que hoy es un barrio joven, bohemio y lleno de vida.

Jonathan López

Iglesia de Kallio.

Ese barrio en Helsinki es Kallio. A un kilómetro del centro, Kallio fue hasta la década de los 90 un barrio más bien degradado. Pero el despegue de esa década llevó a muchos trabajadores (ya convertidos, más o menos, en clases medias) a mudarse a la periferia, naciendo en Helsinki nuevos barrios de casas nuevas y poca vida que en general son ‘barrios dormitorio’, alejados del centro.

Kallio, lejos de quedar deshabitado, vio llegar a nuevos y numerosos habitantes. Es lo que se conoce como un proceso de gentrificación; éste proceso consiste en que la población original de un sector o barrio depauperado y deteriorado es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo a la vez que se renueva y mejora. Así, Kallio vio llegar en los noventa a jóvenes con un poder adquisitivo más bien alto y vio cómo se dividían los pisos familiares en estudios o ‘lofts’, en su terminología inglesa.

Atrás quedaban ya las luchas entre los obreros de Kallio y los burgueses de la ciudad. El puente que une el barrio con el centro (sobre una de las muchas incursiones del mar en la ciudad), llamado Pitkäsilta (puente largo), marcaba hasta no hace mucho la simbólica división entre el dinero y la calidad de vida y el trabajo duro y la lucha por llegar a final de mes. Cuentan que en ese puente tenían sus peleas los hijos de cada ‘bando’, aderezadas, es de suponer, por mucho alcohol, en un país en que la bebida hacía –y hace– estragos.

De ese modo, Kallio es de nuevo hoy, después de tanta historia, uno de los centros neurálgicos de Helsinki. Los bares son numerosos y el ambiente es uno de los mejores que se puede respirar en la ciudad. Su fama de bohemio y liberal la tiene ganada a base de locales que se alejan del diseño perfecto que caracteriza a los del centro, mucha tienda de comidas orientales –característica también del multiculturalismo hoy en día– y algún que otro centro de masaje tailandés, bajo cuyo nombre no hay más que locales de prostitución.

También se deja ver algún que otro ‘sex-shop’, elementos todos ellos por los que algunos han querido ver en Kallio el Barrio Rojo o el Chueca de Helsinki. Sin llegar a tanto (casi todo en Finlandia tiene parecido con Occidente, pero en general es único), lo cierto es que Kallio bien puede ser considerado el distrito más liberal de la capital finlandesa.

El fin de semana Kallio goza de todo su esplendor, aunque también ve lo peor de esta sociedad, con gente ebria en cada esquina y vomitonas a cada dos metros. Un ejemplo de ello son las rentas de los bajos-vivienda de los edificios. Por lo general vivir en un bajo suele ser más barato, en todos los lugares del mundo. Una de las razones para ello en Kallio son las posibles (y probables) molestias que los visitantes del barrio causarán en las ventanas...

Pero, a pesar de todo ello (o por todo ello), vivir hoy en Kallio es ‘cool’, es moderno, es dinámico. Numerosos jóvenes cercanos a la treintena o en ella pagan unos 200.000 euros por pisos que pueden rondar los 30 metros cuadrados. La mayoría de ellos, también, lo hacen convencidos de que en un futuro serán ellos también parte de ese proceso de gentrificación y acabarán vendiendo ese piso para mudarse o bien al centro, a un piso mejor, o bien a la periferia, a una casa grande y con jardín... Por otra parte, la fama de barrio barato se está quedando atrás. Y es que bohemios y estudiantes son muchas veces el ingrediente para convertir antiguos barrios degradados en distritos pijos y con buena fama. Y Kallio hoy es eso. Porque... ¿es barato un piso de 30 metros a 200.000 euros, o rentas por ese mismo piso de 700, 800 o 900 euros? Por supuesto, no es la locura a la que estamos acostumbrados en ciudades como Madrid o Barcelona, pero aún así no deja de ser caro.

Pero vivir allí, eso es innegable, debe de tener encanto. A 10 minutos del centro, lleno de vida y de gente joven, Kallio es hoy el objetivo de muchos estudiantes y trabajadores jóvenes. Como interesante punto artístico –aparte de las numerosas galerías, inherentes a un barrio bohemio– Kallio ofrece una Iglesia que sin ser bella, tiene algo de encanto. Diseñada por Lars Sonck y construida entre 1908 y 1912, representa la Escuela Finesa de Arquitectura Romántica, relacionada con el Art Nouveau, y su alta torre guía desde todos los puntos de la ciudad hasta el barrio que la acoge.