Condones para preservar la selva amazónica

MADRID.-  En materia de soluciones ambientales ingeniosas, el Gobierno de Lula se lleva la palma: ahora acaba de inaugurar una fábrica de condones en plena Amazonia. ¿Y qué diablos tiene esto que ver con la conservación de la naturaleza?

(EFE)

Operaria de una fábrica de preservativos.

Mucho, afirman sus promotores, ya que como materia prima se utiliza látex, un recurso renovable local, lo cual, añaden, estimulará la explotación sostenible de la mayor selva tropical del planeta.

Con esta iniciativa las autoridades brasileñas se proponen matar tres pájaros de un tiro: reforzar su alicaída imagen en materia ambiental; abastecer a su programa de lucha contra el sida, centrado en el reparto gratuito de millones de condones al año y , por último, sustituir con producción propia los 100 millones de preservativos que el país importa del exterior.

Los condones se fabrican desde 1855 con látex –un derivado del caucho, obtenido de las secreciones de ciertas plantas (en particular, Hevea brasiliensis). Anteriormente, se elaboraban con tripa, cuero, papel de seda e incluso ¡concha de tortuga! El látex se impuso debido a su resistencia y elasticidad. Con todo, aún se siguen produciendo algunos hechos de poliuretano y tripa de oveja (al parecer, un material menos alergénico que el látex y mejor transmisor del calor humano y las sensaciones táctiles).

La flamante fábrica amazónica se localiza en el Estado de Acre, en el norte del país, y se ha fijado alcanzar una producción de 270 millones de preservativos anuales. Es la única en su género en utilizar caucho de la Amazonia, puesto que las demás se abastecen de materia prima procedente de África y el sudeste asiático.

Reserva de Chico Mendes

Según fuentes gubernamentales, el látex lo suministrarán 550 familias de la Reserva Extractivista Chico Mendes, que lleva ese nombre en homenaje de Francisco Alves Mendes Filho, un recolector de caucho local (seringueiro) asesinado en 1988 por los terratenientes y convertido en icono del ecologismo mundial.

La muerte de Mendes supuso el último episodio de una historia escrita en sangre. Desde que la vulcanización del caucho generó un mercado mundial para el caucho natural, la selva amazónica fue testigo de la fulminante erección, gloria y caída de un imperio económico, que tuvo en la ciudad de Manaos su dorada metrópolis. Aventureros como el infame Fitzcarraldo (llevado al cine por Werner Herzog) cayeron sobre los seringueiros resueltos a sacarles hasta la última gota de sangre mientras les obligaban a extraer de los árboles hasta la última gota de caucho. La fiesta se acabó cuando los ingleses obtuvieron semillas de Hevea brasiliensis y las plantaron en sus colonias asiáticas: en pocos años, la industria brasileña del caucho se vino abajo. El tiro de gracia llegó de la mano de los estadounidenses, con la invención del caucho sintético en 1945.

Ahora esa industria parece experimentar una modesta resurrección, alentada por un amplio programa de incentivo al desarrollo de la cadena productiva de caucho natural.

La Amazonia se encuentra asediada por ganaderos y agricultores, que avanzan como la marabunta. El Gobierno de Lula, que depende de políticos terratenientes para mantener su mayoría parlamentaria, ha sido duramente criticado por hacer la vista gorda al desmonte impulsado por los productores de soja. En ese contexto llega la iniciativa del condón amazónico, concebida para lograr lo que a algunos les parece la cuadratura del círculo: explotar los recursos de los bosques tropicales y a la vez preservar el ecosistema.

¿Lo conseguirá? Por lo pronto, un nuevo lema ha nacido: "Haz el amor con un condón made in Amazonia, y de pasada salva a la selva".