Sólo hay que subir un banco unos centímetros para que las personas mayores puedan sentarse y levantarse con comodidad. O añadir dos asas a una taza para niños. Se puede utilizar un tubo continuo para crear porterías, canastas, bancos y percheros en una escuela de primaria y aportar así un toque divertido a un elemento funcional. A esto se dedica el diseño holandés, a hacer la vida más fácil a las personas aportando un punto lúdico e imaginativo que redondea la creación formal.
El diseño holandés soluciona problemas, responde a necesidades latentes. Y lo hace tanto dentro como fuera del entorno privado. Los creadores de los Países Bajos cuidan con el mismo mimo los elementos proyectados para el hogar que los que se piensan para los espacios comunes. Es una cuestión cultural. Los holandeses perciben el espacio público como una prolongación del privado. Por eso no hacen bancos estándar, ni guarderías uniformes, ni vallas carcelarias. Buena prueba de ello es la exposición 'En casa, como en la calle' -Binnen-Buiten- que programa el Matadero de Madrid desde hoy hasta el 25 de mayo en el marco del mes de diseño holandés. En ella, 145 piezas creadas por diseñadores holandeses dan cuenta de la igualdad de trato que reciben en los Países Bajos los muebles pensados para la calle y para la casa.
Este concepto plantea una diferencia sustancial con España, donde, en general, el mobiliario urbano se superpone sin ser sustituido y se amontona en las aceras sin coherencia. Delfina Morán, comisaria de la exposición y profesora de expresión gráfica y diseño en la Universidad Europea de Madrid, achaca este caos a una cuestión cultural: los españoles no sentimos el espacio público como un elemento de todos, como un lugar de socialización esencial. Cuidamos la propiedad privada, pero nos desentendemos de la pública.
Pero hay más diferencias. La primera, y más importante, es educacional. "Hasta que el diseño no tenga rango de carrera superior como en los países del norte de Europa, la sociedad no se va a dar cuenta de que diseñar no es una mera ocurrencia, no pretende hacer bonito sino mejorar la vida -sin descuidar la estética-", explica Morán. Este es el caso de Holanda: cada uno de los diseños que pueden verse en la exposición cubre necesidades funcionales, y además son piezas sugerentes, lúdicas e imaginativas.
En la mayoría de las ciudades españolas se puede ver una especie de macedonia de jardineras, chirimbolos, pivotes y bancos "casi comprados por catálogo" que se ordenan sin coherencia y que nada tienen que ver con los objetos que se exponen en el Matadero. Las administraciones no consideran que deben consultar con un diseñador, explica Morán, para unificar con criterio el mobiliario urbano. Esto es consecuencia de que el diseño esté disgregado en la universidad. "No tenemos una voz fuerte como los arquitectos. Y es tan importante hablar del espacio en el que vives como de los objetos con los que vives", cuenta Morán.
Aún hay otro factor diferencial: quién define el espacio público. En Holanda son los propios ciudadanos quienes se encargan de diseñar el lugar en el que viven. A través de organizaciones ciudadanas, vecinales, de barrios -y con el apoyo monetario de la Administración- son las personas las que describen sus necesidades que luego son interpretadas y solucionadas por los diseñadores. No es el caso de España donde es la Administración la que decide, a menudo sin consultar a los ciudadanos con los que no hay interlocución sino imposición "las jardineras te destrozan las espinillas, los pivotes no permiten caminar de dos en dos por la acera...".
Las ciudades han crecido muy rápido en España y no ha habido tiempo de planificarlas. Por eso son la "asignatura pendiente" del diseño. Y es que no hay más que pasarse por el Matadero para ver cómo los holandeses deshacen el concepto de la calle como un lugar en tierra de nadie. La hacen paseable, amable y a la medida del ciudadano a través de la creatividad y la interacción. Casi ninguno de los muebles que se muestra son imaginables en las caóticas ciudades españolas.
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El problema es que la gente no tiene cultura del diseño. Pones esos parques y moviliario urbano en España, y no gusta. +
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