Polaroid ha muerto ¡Viva Polaroid!

¡Pura magia! Disparamos y vemos nuestra captura digital de manera inmediata. Frente al suspense y la paciencia que requería la fotografía analógica, la digital es una oferta imposible de rechazar. Sin embargo hay que saber que el primero que puso a disposición del gran público la fotografía instantánea fue el americanísimo Edwin H. Land, fundador de la Polaroid Corporation. Tan solo una hora tardó en parir la idea. Y cinco años en hacerla realidad.

Una campaña sustituyó los espejos de los servicios de varios centros comerciales de São Paulo por Polaroids.

Land patentó su invento en 1947 y vendió su primera cámara en el 48. Había nacido la inigualable sensación de ver cómo las fotos se revelaban de manera inmediata en tus propias manos y cómo la imagen aparecía lentamente ante tus ojos a plena luz del día. Esta aparente tontería se convirtió en una pequeña revolución en el lenguaje fotográfico.

Una vez más, la herramienta iba a rebasar los fines para los que había sido diseñada. Las fotos se hicieron más espontáneas y más valiosas a la vez. Eran induplicables. Y eran fácilmente manipulables. Carne fresca para la experimentación. Pop puro: no había que saber tocar la guitarra para tocar la guitarra.

Pues bien, esta revolución Polaroid ha durado 60 años. Una pena. Hace poco la compañía fotográfica anunció que deja de producir su famosa película debido al descenso de ventas que comenzó hace ahora unos 10 años. La empresa cuenta con un stock de película que le permitirá distribuir material hasta 2009 y todavía tiene la esperanza de poder vender la licencia para que otras marcas continúen distribuyendo sus productos a todos los amantes de la famosa cámara.

Esto ha provocado una oleada de protestas en internet. Nostálgicos y usuarios habituales de la Polaroid han recogido ya miles de firmas en contra del fin de la producción de estos consumibles y algunos están comprando arsenales de material ante la inminente desaparición de la película instantánea.

Y es que aunque algunos dicen que ya están anticuadas y que se trata de una tecnología muerta, lo cierto es que hay algo único en las viejas Polas.

Mientras el mundo digital invade poco a poco nuestra vida, tratando de sustituir las copias en papel fotográfico por un triste folio vomitado por nuestra impresora, y el grano de la película de plata, que daba ese aspecto aterciopelado y cinematográfico a nuestra vida, por unos pixelazos hiperenfocados de desalmada uniformidad, la Polaroid no deja de ser una manera mucho más personal de ver el mundo. Objeto de amor imperecedero de miles de seguidores, no sólo aficionados, sino, también, de muchos profesionales.

Son legión los fotógrafos y artistas se declaran devotos de estas imágenes color crema que se han convertido ya en un icono de la fotografía de autor.

Y no son precisamente unos cualquieras. Desde Ansel Adams (el primer asesor fotográfico de Land) hasta David Hockney (que gracias a sus Polaroids-mosaico nos dejó una explicación del cubismo mejor que cualquier libro). Desde Robert Frank hasta Warhol. Desde Helmut Newton hasta Elliott Erwitt. ¡Total nada! Den aquí un clicazo y síganle la pista a las exposiciones que sobre el tema andan girando por el mundo. Igual se cruzan con alguna.

*Sofía Moro es nuestra colaboradora de fotografía