La factura de la energía eólica

MADRID.-  Recientemente, se ha abierto un debate sobre si los costes de generación eléctrica con energía eólica deben seguir siendo pagados, como hasta ahora, totalmente por los consumidores en el recibo de la luz; o por el contrario deben ser parcialmente soportados por los contribuyentes a través de los presupuestos del Estado. Argumentos hay a favor y en contra de ambas posibilidades, pero la magnitud económica del asunto no es en absoluto baladí.

iStockphoto

En la actualidad hay instalados en España aerogeneradores con una capacidad total de unos 14.000 MW, que generan, de media, alrededor del 25% de su potencia máxima. El equivalente, en términos de energía producida, a 3 ó 4 centrales nucleares (es decir, unos 26,5 millones de MW-h durante el año 2007).

¿Cuánto cuesta esto? Los generadores eólicos pueden acogerse a varias modalidades de cobro regulado, pero el resultado final es que se pagará entre 72 €/MW-h producido y 85 €/MW-h, dependiendo del precio de la electricidad de los generadores convencionales. Estos últimos cobrarán el precio del mercado, en principio más volátil debido a que es libremente acordado y no garantizado por el Estado. Es muy difícil decir cual será este precio, especialmente a largo plazo, pero un valor de unos 50 €/MW-h parece razonable. Por tanto, vamos a pagar un subsidio en torno a unos 30 €/MW-h eólico.

Las cuentas precisas son más complicadas, ya que además hay que tener presente que debido a que la generación eólica es muy variable, por la necesidad de viento, el resto del parque generador se ve obligado a operar de una forma menos eficiente; y además a que el desarrollo de la red eléctrica es diferente y más caro de lo que sería si no existiera la energía eólica. De todas formas, estos efectos y otros que se pueden considerar, suponen básicamente matizaciones sobre la cifra inicial.

¿Y que beneficios hemos obtenido? Son principalmente de tres tipos, y los tres difíciles de cuantificar. Por una parte, existen costes ambientales que los generadores eólicos evitan. Estos costes evitados no incluyen, sin embargo, los costes asociados a los derechos de emisiones de CO₂ (derivados de la normativa europea y el tratado de Kioto), que ya están incorporados en el precio de la electricidad de los generadores convencionales. En segundo lugar, están los beneficios derivados de la seguridad del suministro: el viento es nuestro y no depende de nada que suceda en el norte de África o en el este de Europa. Y finalmente, la instalación de este parque generador ha incentivado el desarrollo de una industria en España que está empezando a exportar la tecnología, aunque la rentabilidad de la misma será muy dependiente de las decisiones que se tomen en el extranjero.

Los actuales generadores eólicos están ya instalados y sería estúpido no utilizarlos. Lo importante es que estas cuentas se hagan no solamente para los que quedan por instalar, si no también para los futuros generadores eólicos marinos, fotovoltaicos, solares térmicos y los basados en otros tipos de energías renovables, que es de prever que se pagarán con sistemas muy parecidos. Independientemente de otras consideraciones, ni la preocupación por el medio ambiente, ni el deseo de independencia nacional pueden justificar la mala contabilidad.

*Julián Barquín, profesor en la Escuela de Ingeniería (ICAI) e investigador del Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad Pontificia Comillas.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).