La vuelta al mundo en avión solar

MADRID.-  La vuelta al mundo con un avión que vuele, tanto de día como de noche, solo con la energía producida por paneles solares. Este el reto del proyecto 'Solar Impulse', un increíble desafío técnico analizado en el último número de la revista 'Nature'.

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'Solar Impulse'

Prototipo HB-SIA

Para conseguir esta proeza, un equipo plurisdisciplinar de más de 50 personas trabaja en Dübendorf y Lausana (Suiza) en un primer prototipo de un futuro avión muy especial, capaz de combinar la máxima calidad aerodinámica con una envergadura descomunal. Y es que si bien esta aeronave pensada para un único piloto pesará cerca de 2.000 kilos, se estima que sus alas alcanzarán los 80 metros de envergadura, tanta como la del gigante Airbus A380. Todo un reto técnico para los constructores.

El propósito de estas medidas desproporcionadas es minimizar la resistencia inducida del aparato a la vez que se maximiza la superficie de alas para las células solares. Pues, ya el prototipo HB-SIA, que tiene una envergadura algo más pequeña de 61 metros, llevará instalados 12.000 células fotovoltaicas de silicio monocristalino de 130 micrones de espesor (más especificaciones técnicas).

Parecen muchas células solares. Sin embargo, estas aportan a la aeronave una potencia de apenas 9 kilovatios, que es como la que tenía el primer avión que consiguieron hacer volar los hermanos Wright en 1903. Y entonces el logro histórico fue dar un salto que no superaría hoy las alas del prototipo solar.

Tras este loco proyecto se encuentra un personaje conocido, el suizo Bertrand Piccard, quien saltó a las páginas de todos los periódicos en 1999 tras conseguir completar, junto al británico Brian Jones, la primera vuelta al mundo sin escalas en globo. Como se supo entonces, este psiquiatra y aeronáutico representa en realidad la tercera generación de una increíble saga de aventureros, pues su abuelo Auguste Piccard realizó la primera ascensión a la estratosfera (primero a 15.780 metros y después a 16.201 metros) y se sumergió con un batiscafo de su invención a 3.150 metros, y su padre Jacques Piccard se convirtió a su vez en el hombre sumergido a mayor profundidad (10.916 metros).

'Solar Impulse'

El aventurero Bertrand Piccard,

"La prensa dijo que mi vuelo en globo alrededor del mundo en 1999 era la última aventura aún posible, pues todo lo demás ya se ha hecho", comenta Bertrand Piccard en el artículo de 'Nature', "yo tenía 41 años entonces y pensé 'Es una pena si todo lo demás se ha hecho ya'". Con el 'Solar Impulse' demuestra que existe un más difícil todavía, pero además busca aportar soluciones para algo que le atormentó en aquel viaje en globo: la enorme cantidad de carburante gastado.

Con este avión de alas descomunales la única energía que se gastará será la generada a partir de los rayos del sol. Sin embargo, esta no será la mayor dificultad, ni tampoco el lograr dar la vuelta al mundo. El primer gran desafío consistirá en volar de noche. Los paneles fotovoltaicos de este aparato están ideados no sólo para mover las hélices cuando haya sol, sino también para recargar durante el día las baterías que mantendrán el aparato en el aire por la noche. (Ver simulación de la vuelta al mundo).

Así pues, cada atardecer comenzará una larga prueba para conseguir permanecer en el aire hasta que vuelvan a funcionar las placas solares al día siguiente. Y para economizar al máximo la energía el aparato deberá descender de una altitud máxima de 12.000 metros a tan sólo 1.000 metros, donde el aire resulta más denso y se requiere menos energía. Otros aviones solares han conseguido antes volar de noche, pero nunca tanto tiempo seguido.

Además, para conseguir la hazaña soñada esta vez por Piccard, el avión dependerá en buena medida de la meteorología. No en vano, un aparato de tan poco peso y alas tan gigantescas resulta demasiado vulnerable a las posibles turbulencias.

Etapas del proyecto

El equipo suizo espera intentar la vuelta al mundo en cinco etapas en 2010-2011. No obstante, antes de eso deberá realizar vuelos nocturnos con el prototipo en 2009 y construir el avión definitivo en 2009-2010. En estos momentos, el equipo se encuentra volcado en el HB-SIA. Si todo va bien, a partir del año que viene se podría efectuar un vuelo sin combustible durante 36 horas, tiempo equivalente a un ciclo completo día-noche-día.

Para entender la dificultad y la precisión con la que trabaja este equipo suizo, basta referir cómo han tenido que conseguir espesores de carbono de varias decenas de milímetros para longitudes de hasta 20 metros. "¡Todo aquello que no se rompe presenta el riesgo potencial de ser demasiado pesado!", ha afirmado André Borschberg, uno de los responsables del proyecto.

En la web del 'Solar Impulse'se puede encontrar más información sobre este desafío. Como incide el artículo de 'Nature', el desarrollo de una tecnología como ésta podría ser especialmente interesante para vuelos no tripulados que permanezcan de forma constante en el aire.