El algodón transgénico pierde eficacia

MADRID.-  Uno de los principales atractivos de las plantas modificadas genéticamente radica en su poder para repeler las plagas que atacan los cultivos. Esta valiosa cualidad se obtiene insertándole genes procedentes de otras especies, capaces de producir un insecticida natural (por ejemplo, la toxina Bt, secretada por la bacteria Baccilyus Thuringiensis). Pues bien, esa acción protectora ha comenzado a perder eficacia, al menos en el algodón transgénico, según cuenta 'Nature Biotechnology'.

La prueba la tenemos en el gusano del fruto (Helicoverpa zea), una de las pesadillas de los cultivadores. Entomólogos de la Universidad de Arizona (EE UU) han detectado poblaciones inmunes a dicha toxina en más de una docena de plantaciones de algodón de ese país. El hallazgo tiene su importancia: es la primera vez que se documenta la pérdida de eficacia de un vegetal transgénico Bt frente a las plagas.

Esa variedad de algodón fue comercializada en 1996, tras los pasos del maíz Bt. En los dos casos se trata de vegetales diseñados para producir Bt. Desde entonces, ambos han sido sembrados en más de 162 millones de hectáreas en todo el mundo.

En realidad, los primeros gusanos resistentes al Bt fueron detectados en 2003, pero los investigadores se tomaron un tiempo hasta confirmar que no se trataba de casos aislados. Además, observaron que, sacando este insecto, las demás plagas que atacan al maíz y otros cultivos Bt no han desarrollado resistencias.

¿Cómo interpretar estos datos? De entrada, decir que la aparición de resistencias, tanto a insecticidas como a antibióticos, es un fenómeno inevitable. Los mecanismos que regulan la evolución de las especies se encargan de promover la adaptación de los organismos a entornos desfavorables. Tarde o temprano, aparecen mutaciones mejor adaptadas, y la especie se renueva, imponiéndose a los factores adversos. Todo eso es archisabido, y contra ello nada puede hacerse, aparte de tomar precauciones para no acelerar el proceso.

Resultaba previsible, por lo tanto, que, con el correr de las cosechas, la protección inducida en los cultivos transgénicos se fuese perdiendo con la aparición de insectos inmunes al Bt. La pregunta clave era: ¿en cuánto tiempo ocurriría?

"Los datos refutan el peor escenario agitado por algunos expertos, que predecían que las plagas se tornarían resistentes al Bt en apenas tres años", afirma Bruce Tabashnik, uno de los autores del trabajo publicado en 'Nature Biotechnology'.

El entomólogo añade que los datos confirman la utilidad de los refugios, una estrategia preventiva que consiste en plantar cultivos convencionales próximos a las plantaciones Bt, con la finalidad de que allí se concentren las plagas tradicionales y se apareen con los insectos resistentes, diluyendo su inmunidad en su descendencia, de manera de ralentizar su difusión. Los investigadores de Arizona han visto que los gusanos resistentes abundan más en las regiones con menos refugios de esa clase.

Al final del artículo los autores comunican haber recibido financiación en otras investigaciones por parte de Monsanto y Cotton, Inc (dos empresas con intereses comerciales en el algodón transgénico). Tabashnik en particular es co-autor de una patente sobre una técnica de modificación de las toxinas BT para atajar las resistencias.

¡Olé por la franqueza! La confesión no invalida necesariamente los datos ofrecidos, aunque sí dice mucho de la proximidad de los investigadores a la industria de los transgénicos. Y también nos informa que ellos ya trabajan en una solución al problema detectado: diseñar nuevas plantas transgénicas con una acción insecticida reforzada; o sea, una solución técnica y a la vez una nueva oportunidad de negocio.