Los famosos constituyen un grupo muy heterogéneo y no se puede hablar de ellos sin antes limitar el ámbito de referencia. Hay personas célebres porque han destacado en su área de conocimiento o en su faceta artística a la que dedicaron su vida. Hay personas famosas que lo son por su condición de héroes, un arquetipo que todas las sociedades tienen y necesitan. Hay también hombres y mujeres de todo tipo y condición que se hicieron famosas muy a su pesar por circunstancias especiales. Hay famosos que rehuyeron siempre la fama, tal es el caso de Bobby Fischer, muerto hace sólo unas fechas en Islandia donde se refugió huyendo de todos. Hay famosos casi agorafóbicos, es decir, con miedo intenso a salir de casa, a ser reconocidos, personas tímidas que nunca persiguieron la fama. De ninguno de ellos hablaré, sólo intentaré analizar a aquellos famosos que buscaron la fama por la fama en sí y a los que sin ser famosos desean desesperadamente serlos.
Hay quienes desean la fama tanto o más que el poder o el dinero. Las fantasías de llegar a ser famoso son bastante frecuentes. Lo que suele esconderse detrás de este deseo es el afán por el reconocimiento social y más profundamente aún la necesidad de estimación. En última instancia el reforzamiento de un yo débil. La fama les hace sentirse valiosos, especiales y eso les llena de seguridad. Toda necesidad es señal de una falta, de una carencia y cuando alguien tiene mucha necesidad de estimación significa que tiene en el fondo una autoestima muy baja. Uno necesita imperiosamente la aprobación de los demás si no tiene la propia; uno precisa desesperadamente la estimación de los otros cuando carece de autoestima. Hay pacientes que no lo serían si hubiesen conseguido la fama y famosos que serían pacientes si no la hubieran conseguido.
La fama como motivación de la conducta puede parecer banal, pero la vanidad tiene más fuerza de la que imaginamos, para una persona vanidosa - o mejor, para la parte vanidosa de cada uno de nosotros- la fama es el cielo. Lo cierto es que el 'Hola' se vende más que la 'Revista de Occidente', el tema no es tan vano como puede parecernos. ¿Por qué despiertan tanto interés los famosos? ¿Por qué se vende tanto el famoseo? Pareciera que esta sociedad precisa de ellos, por identificarse con lo glamuroso, porque el pecado capital de ella es la vanidad, porque hay quienes no pueden pasar sin cotillear, porque precisamos de héroes y de villanos.
En el ámbito de la Psiquiatría hay un importante capítulo dedicado a los llamados Trastornos de Personalidad que son formas de ser anómalas. Uno de ellos es la personalidad histriónica. El término histriónico deriva de la palabra griega "histrión" que era el actor teatral, los ancestros de nuestros actores cinematográficos. Las personalidades histriónicas tienen como rasgo fundamental de su carácter la búsqueda de atención exagerada, la demanda continua de apoyo, la necesidad insaciable de aprobación. Suelen ser muy emotivos, impresionables, sugestionables e influenciables. Tienden a la teatralidad y la fantasía, no suelen tener un gran relieve en el terreno racional y sí en lo creativo e imaginativo. Tienen muy escasa tolerancia a las frustraciones y reaccionan a ellas de una manera muy intensa y dramática. Valoran mucho la apariencia, son personas muy seductoras y atractivas que tienden a erotizar las relaciones interpersonales. Un porcentaje significativo de nuestros famosos del papel couché podrían tener quizás esta personalidad histriónica. Desde luego la tienen muchas personas que lo que más desean es la fama.
Lo malo de desear mucho algo es que a veces se acaba consiguiendo. Cuando esto ocurre con la fama, cuando la persona ya es el foco de atención continuo y se mantiene en el tiempo, entonces lo que desea es privacidad. Como decía Don Miguel de Unamuno, el ser humano desea paz en tiempos de guerra y guerra en tiempos de paz. Muchos famosos acaban también siendo prisioneros de un rol, y se ven obligados a estar siempre a la altura a la que su público les exige. Eso debe ser terrible y de ello se quejaba Enrique Urquijo, el alma de 'Los Secretos' (un músico creativo y una persona buena al que la droga se lo llevó) cuando cantaba: "Pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario".
Epicuro, de quien se dice fue el maestro de la filosofía hedonista escribió un libro 'Sobre la felicidad' en el que marca una senda hacia la dicha cotidiana e insiste en la búsqueda del placer sereno de la vida retirada y sencilla. Una de sus sentencias es así de escueta y de categórica: "Vive oculto".
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