El despertar de los Andes

BOGOTÁ (COLOMBIA).-  Los Andes rugen en nuestros oídos. Tres volcanes de una de las principales cordilleras del mundo han comenzado su actividad en este mes de enero. Sucesivamente y de sur a norte del continente, tres volcanes han despertado. El Cinturón de Fuego del Pacífico incrementa su actividad eruptiva.

José Jácome (EFE)

El volcán Tungurahua, en Ecuador.

Desde el principio de los tiempos, los volcanes fascinan y atemorizan. Han sido centinelas inmutables, espectadores de las poblaciones que viven en sus cercanías, inmersos en un sueño liviano al que la tierra pone fin inesperadamente. El día de su despertar, son capaces de cambiar en horas tierras y paisajes en un radio de cientos de kilómetros de distancia.

En el mundo, la zona montañosa, situada en el extremo oeste del denominado Cinturón de Fuego del Pacífico concentra más de la mitad de los volcanes activos. En ese lugar del globo, las placas tectónicas chocan y se superponen produciendo una actividad volcánica constante (GUÍA GRÁFICA) sobre todo en América Central, que ha producido todo tipo de leyendas relativas a la ira de los dioses.

Los mapuches profesaban mucho respeto a los volcanes porque, según sus creencias, eran el hogar del Pillán, padre fundador de esa etnia, al que invocaban y hacían peticiones con sacrificios y ofrendas. Cuando un volcán entraba en erupción era porque Pillán censuraba con su ira algún comportamiento que consideraba inadecuado.

Ésta podría ser la razón de que en Chile, el pasado 2 de enero, se declarase en alerta amarilla la región de la Araucaría por la erupción del volcán Llaima (VÍDEO 1 y VÍDEO 2). Ubicado a 700 kilómetros al sur de Santiago de Chile, los tres kilómetros de columna de humo y ceniza desprendidos por este pico de 3.210 metros de altura, alertaron no solo a la población chilena sino también a la del lado Argentino.

Más de 200 personas fueron evacuadas del Parque Nacional Conguillío, la mayoría de ellas turistas que se encontraban visitando esta área protegida de la que el Llaima es su principal atracción.

Aunque el Llaima, el más activo de los más de 2.000 volcanes chilenos, sigue lanzando lava no se han realizado evacuaciones masivas de población al no ser un episodio continuado. La visibilidad es limitada por las cenizas y algunos ríos han superado sus cauces por el aumento de caudal producido por el derretimiento de las nieves perpetuas del pico.

Apenas dos días después de esta alerta en Chile, el volcán ecuatoriano Tungurahua (5.033 metros de altura), que en quechua significa "garganta de fuego", comenzó a mostrar un incremento en su actividad. El 13 de enero, el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional reportó "alta actividad volcánica con tendencia a incrementarse con emisiones de ceniza que superan los 2 kilómetros de altura sobre el cráter. Bramidos y cañonazos". Así comenzaba el proceso eruptivo de este volcán, similar al que precedió a las grandes erupciones de 2006.

Posteriormente, el volcán Tungurahua pasó a una fase de mayor actividad con hasta 30 explosiones por hora, lo que forzó la reubicación de unos 800 pobladores de la provincia de Chimborazo y al traslado de 200 familias en Tungurahua. Ahora, los habitantes de la zona permanecen en sus viviendas, aunque en la localidad de Tungurahua se les ha solicitado que abandonen sus casas durante la noche en los autobuses de los servicios de socorro que les trasladan a los hostales de la ciudad de Baños.

(EFE)

El volcán Galeras, en el sureste de Colombia.

Hace menos de dos años, en el año 2006, el Tungurahua descargó su furia en una devastadora erupción durante la cual unas 5.000 personas fueron evacuadas, poblaciones enteras quedaron sepultadas por rocas y ceniza y perecieron aquéllos que prefirieron negar el miedo y no abandonaron sus tierras. A pesar de la dosis de cruda realidad que supuso la erupción para miles de personas, aún hoy, familias enteras de campesinos que habitan zonas de riesgo rehúsan irse a las casas ofrecidas por el Plan Vivienda Segura que les ofrece el Gobierno. No creen poder encontrar en la ciudad un sustento de vida como el que les dan sus prácticas tradicionales aplicadas a las fértiles tierras andinas.

Los incas tenían la costumbre de ofrecer cada año el sacrificio de diez doncellas para evitar la furia del volcán. Pero lo que recuerda la población local es que, anteriormente, los mayores ofrecían misas al Tungurahua para evitar que ocasionase desastres. "En la época de mi bisabuelo, decían que venían los curas salesianos para darle la bendición y ponían unas cruces en las lomas, y ya, con eso se le pasaba la furia", comenta un campesino local.

Pocos días después, más al norte, al suroeste de Colombia, el volcán Galeras (4.276 m.) entró en erupción. La caída de la noche del jueves 17 de enero sorprendió a la población de Pasto (capital del departamento de Nariño) con la iluminación proveniente del volcán y la exhibición de un gran volumen de materiales piroclásticos (VÍDEO 3).

La nube de ceniza alcanzó siete kilómetros de altura y produjo depósitos en un radio de varios kilómetros. Fernando Gil, director de la Red Sismológica de Colombia, consideró que es la erupción más violenta del Galeras desde que el volcán volvió a entrar en actividad en 1989.

El Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Pasto informó que se había elevado el nivel de alerta del volcán Galeras de III a II, lo que significa una probable erupción en días o semanas. Las autoridades ordenaron la evacuación de unas 8.000 personas, que habitan las zonas cercanas.

Aunque siempre existe incertidumbre acerca de los tiempos y magnitud de las erupciones, el volcán Galeras ha registrado varias erupciones en los últimos años y sigue siendo uno de los más monitoreados del mundo, debido al alto nivel de riesgo que supone.

En México, también el volcán Popocatépetl, a 60 kilómetros al sureste de la capital, entró en actividad estos días. El Cinturón de Fuego del Pacífico parece estar despierto últimamente. Esperemos que su nueva actividad quede en una mera coincidencia curiosa en esta región el mundo castigada periódicamente por los desastres naturales.

*Piedad Martín es especialista en desarrollo y medio ambiente y trabaja en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Colombia.