La construcción de esta planta nuclear de tecnología alemana, a unos 50 kilómetros de Viena, costó en su día el equivalente a unos 500 millones de euros. Sin embargo, nunca se pondría en marcha. Para los austriacos tenía más valor el resultado democrático de un debate considerado entonces como ejemplar. Pasados 30 años, el que vea estas fotos de su interior puede pensar que todo está preparado para poner en marcha su reactor nuclear en cualquier momento. Durante este tiempo ha sido conservada como una especie de museo y sólo se ha utilizado para vender recambios a otras instalaciones nucleares. La idea de EVN es que los gruesos muros de contención se conviertan ahora en un campo de placas fotovoltaicas.