Algunas personas refieren que un punto de dolor, en el momento oportuno, es el desencadenante perfecto que les precipita al éxtasis. Ese momento oportuno se suele dar cuando el nivel de excitación es ya muy alto, es como la gota que desborda el vaso. En esos instantes, entre otras prácticas, besos muy intensos, pellizcos y mordiscos en los labios, pezones... arañazos, pellizcos en las nalgas y un manoseo más intenso de los pechos, incrementan la excitación hasta culminar en el orgasmo. Este coqueteo con los estímulos dolorosos forma parte de los juegos de muchas parejas que se deleitan incluyéndolo en su repertorio erótico.
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