Por su color dorado, que combina perfectamente con trajes de fiesta; por ser resistente a caídas, algo muy útil cuando llevas muchas copas y las cosas empiezan a desmoronarse a tu alrededor; por ser sumergible hasta en profundidades de tres metros, algo ideal para seguir haciendo fotos cuando te tiran a la piscina; y por tener un estabilizador de imagen que permite que las fotos no salgan movidas incluso cuando la fiesta está a punto de acabar... Por todo eso nos importa un bledo los megapíxeles y el tamaño del sensor de la Olympus µ 1050 SW. Le han puesto un precio redondo para que no lo olvides en plena resaca: 300 devaluados dólares de nada.